En el retorno de Leonor al Campoamor, dos años después de su primer discurso público aquí mismo, uno más tarde de la difícil ceremonia desplazada y disminuida de 2020, la Princesa de Asturias pasó la página de la pandemia con 420 palabras enfocadas al futuro, dirigidas casi en exclusiva a identificar en el ejemplo de los premiados una “guía imprescindible para todos nosotros” y a involucrar en ese plural a los jóvenes, que “tenemos mucho que aportar”. La versión más institucional de la heredera de la Corona, que volverá al Atlantic College de Gales tras entregar en Oviedo los galardones que llevan su nombre, cerró su tercer parlamento en la ceremonia con la promesa de echar “mucho de menos esta tierra, Asturias, a la que quiero tanto y donde mi hermana Sofía y yo nos sentimos siempre en nuestra casa”.

Leonor había consagrado los tres minutos de su breve alocución a proponer a los premiados como espejo para la juventud y a pedir gratitud para quienes propagan “la idea de que la cultura, la ciencia y la solidaridad son esenciales para nuestra vida en común”. También a volver a apelar a la “responsabilidad” de los jóvenes para “pensar en un futuro más sostenible, más justo y mejor”.

Por primera vez desde que toma la palabra en sus premios, Leonor introdujo en su breve discurso una variante más compacta de lo que su padre hace todos los años en el suyo y glosó uno por uno a los ocho distinguidos. De los investigadores que dieron con las vacunas contra el covid-19 destacó su contribución a la certeza que “la ciencia aporta seguridad y progreso” y subrayó el compromiso de Gloria Steinem en la defensa de los derechos de las mujeres y “el talento extraordinario” y “la emoción que Marina Abramovic provoca en los espectadores”. Agradeció el “trabajo esencial” de Camfed “en la educación de tantas mujeres y niñas que sufren discriminación o violencia” y la aplicación de Amartya Sen para dedicar su inteligencia “a buscar soluciones contra las desigualdades sociales”. Dijo admirar a Emmanuel Carrère “por permitirnos sentir y ayudarnos a entender el mundo”, a Teresa Perales “por su fuerza, determinación y constancia” y a José Andrés y su World Central Kitchen “por alimentar a las personas que lo necesitan”…

El tercer discurso de Leonor clavó con precisión milimétrica la extensión y duración de los dos anteriores y enseñó una evolución en aplomo y consistencia oratoria que ayer le permitió corregir sobre la marcha, hasta hacer casi imperceptible, un pequeño error en la lectura. La Princesa volvió a exhibir excelencia en la pronunciación inglesa para que todos los premiados entendieran que “es un honor teneros aquí” y de vuelta al español animó a sus coetáneos, en una apelación a la “responsabilidad” de la juventud que se ha vuelto recurrente, a acercarse a las vidas y las obras de los galardonados. “En este mundo tan interconectado en el que vivimos”, propuso, “pienso en todos los jóvenes que lo pueden hacer y en lo mucho que podemos aprender de vosotros”. Les dijo que sus ejemplos “me han motivado aun más en mi tarea de formarme y estudiar”. “Proyectáis sobre nosotros, sobre los más jóvenes, la certeza de que podemos ser importantes y mostrarnos responsables para tratar de pensar en un futuro más sostenible, más justo y mejor para todos”.

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Se percibe la pretensión de tutelar la evolución de la presencia pública de la heredera de modo gradual, sin saltarse ningún paso ni renunciar a enfatizar que quien habla es una princesa adolescente, una estudiante de bachillerato que aún no ha cumplido los dieciséis años. Hasta ayer, sus breves intervenciones públicas en la ceremonia de entrega de los premios habían evolucionado desde la emotividad y la ostentación de su “sangre asturiana” en el discurso de su estreno, en 2019, a una sentida apelación “al sentido de la responsabilidad” de la juventud en la edición difícil de la pandemia. La Leonor de ayer optó por el rigor institucional y el discurso de la esperanza, por la promoción de la continuidad de esta “celebración de la inteligencia y el esfuerzo creador” que son los premios en palabras del presidente de la Fundación Princesa de Asturias, Luis Fernández-Vega.