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La Sociedad de Física despide a Fernández-Rañada, un científico “al que le gustaba ensayar cosas no hechas”

Compañeros de profesión celebran la vocación de saber que tuvo el catedrático ovetense, incinerado ayer en La Almudena (Madrid)

Antonio Fernández-Rañada Menéndez de Luarca. | Fernando Geijo

“Antonio Fernández-Rañada (Oviedo 1939-Madrid 2022) fue un gran investigador y un científico de pensamiento muy original. Le gustaba pensar y ensayar cosas no hechas. En su caso la vocación de saber le movió siempre”. Alfredo Tiemblo Ramos, expresidente de la Real Sociedad Española de Física y gran amigo del asturiano Antonio Fernández-Rañada Menéndez de Luarca, se refería así a los méritos vitales y científicos del catedrático emérito de Electromagnetismo de la Complutense, uno de los grandes físicos españoles, fallecido el jueves en Madrid a los 82 años. En La Almudena se incineraron ayer sus restos mortales.

Tiemblo, amigo personal de Rañada, quiso resaltar aspectos más allá de su impecable biografía, que enmarca la carrera de uno de los grandes hombres de ciencia en España. “Su contribución más notable a la física, fruto de esa originalidad de pensamiento, es haber traído soluciones del campo electromagnético a la topología, que en su día eran rarísimas. Hacía falta mucho ingenio para ponerlas al descubierto”. También remarcó como aspecto “muy interesante” del fallecido que “estaba interesado en temas comunes a todos los hombres, y ahí está su libro ‘Los científicos y Dios’ o la gran biografía sobre Heisenberg, que debería ser un bestseller”. Fernández-Rañada siguió trabajando “hasta que no pudo más”, dice su amigo.

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