Menéndez Salmón: "La literatura siempre ha sentido la tentación de las pinacotecas"

El gijonés dedica al mar, su "espacio por antonomasia", su nuevo libro en colaboración con el Bellas Artes de Asturias, "M’illumino d’immenso"

Ricardo Menéndez Salmón. | Irma Collín

Ricardo Menéndez Salmón. | Irma Collín / Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Comenta Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) que "la literatura siempre ha sentido la tentación de entrar en las pinacotecas" y la suya no ha podido resistirse. El escritor asturiano ha caído en ella por segunda vez, y no descarta hacerlo una tercera, aunque hablar de eso ahora es anticiparse mucho. El martes, 13 de diciembre, presentará su nueva colaboración con la gran pinacoteca regional, "M’illumino d’immenso. El mar en el Museo de Bellas Artes de Asturias", un libro que se articula a partir de 13 cuadros y en el que se adentra en el género epistolar en una larga carta a un padre marino.

Menéndez Salmón: "La literatura siempre ha sentido la tentación de las pinacotecas"

El nuevo libro del escritor gijonés y el Bellas Artes, «M’illumino d’immenso», con el diseño editorial de Manuel Fernández. | LNE / Elena Fernández-Pello

Menéndez Salmón está cómodo hablando del mar y parece que también se siente así escribiendo sobre él. "Es un tema central en mi obra y en mi vida, es el espacio por antonomasia, algo que me viene de origen, por haber nacido y por vivir en Gijón: es el lugar al que acudo a lavar la mirada", confiesa.

Este libro, con un punto de partida y una edición muy similares al anterior –titulado "Este Pueblo Silencioso. Las Manos en el Museo de Bellas Artes de Asturias" y todo un éxito–, es interiormente muy distinto. El primero es una colección de pequeños ensayos sobre las obras elegidas, también 13, como el nuevo, aunque la coincidencia es mera casualidad. Este segundo es una narración, que avanza en forma de carta. "Hay un principio y un final, pero sin un enigma extraordinario que desvelar, no hay un misterio. El mar es suficientemente seductor para convocar una idea, ideas de pérdida, viaje, dinamismo", adelanta el autor.

El cuadro «Naufragio», de Vernet. | LNE

El cuadro «Naufragio», de Vernet. | LNE

Menéndez Salmón ha resuelto el relato con "una escritura fluida como el propio mar insinúa" y lo ha montado como "una carta continua, aunque no está escrita de una sentada". Los descansos que se va tomando el redactor hacen las veces de separaciones entre capítulos.

Menéndez Salmón avanza que entre los cuadros que sostienen la narración hay obras contemporáneas, incluso "de autor vivo y joven", una categoría en la que encaja el cangués Federico Granell, que firma una de las seleccionadas. También de grandes maestros: Joaquín Sorolla y Ventura Álvarez Sala, por ejemplo. A veces, el mar no está –"pero está", apostilla el escritor–, como sucede en un cuadro de Pelayo Ortega y en otro de Melquíades Álvarez. "Hay una obra, la que menos me gusta, que es muy importante en el desarrollo de la obra, de un pintor de tormentas, un Vernet, que juega un papel importante en la narración", se va animando a contar el escritor.

"M’illumino d’inmenso" se presentará en un par de días, el martes, a las 19.30 horas, en el Museo y entre los cuadros que lo han inspirado. El acto está abierto a todos los ciudadanos, sin necesidad de reserva.

En el cuadro con el que acaba el libro, desvela hasta entonces Menéndez Salmón, "no hay mar, pero hay agua".

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