Asturias, tierra de cazadores-recolectores: una investigación internacional constata que la agricultura se implantó en el norte peninsular más tarde que en otras regiones

Los restos humanos recuperados en la cueva de Hou Amieva, claves para documentar la extensión del Mesolítico en el norte peninsular

La cueva de Hou Amieva.

La cueva de Hou Amieva. / Universidad de Oviedo

Franco Torre

Franco Torre

Una investigación internacional, en la que toma parte la Universidad de Oviedo, ha constatado que el norte peninsular fue una de las regiones europeas donde los grupos humanos mesolíticos, de cazadores-recolectores, se prolongaron más en el tiempo, retrasando el paso hacia las poblaciones neolíticas, que practican ya la agricultura. Una conclusión que se fundamenta, en buena medida, en las conclusiones extraídas de los restos humanos hallados en 2010 en la cueva de Hou Amieva.

La investigación, titulada "Paleogenomics of upper paleolithic to neolithic in European hunter-gatherers" y que acaba de ser publicada en la revista "Nature", ha sido liderada por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y la Universidad de Tübingen (Alemania). Según precisa la Universidad de Oviedo, para completar el estudio "se han analizado 356 genomas de cazadores-recolectores (incluyendo 116 pertenecientes a nuevos individuos) de 14 países de Eurasia central y occidental y datados entre hace 35.000 y 5.000 años". El objetivo de la investigación pasa por "describir los cambios genómicos que estos grupos experimentaron a lo largo de los últimos 30.000 años de ocupación humana en Europa y su vinculación con los avances culturales y los eventos climáticos". Las investigadoras de la Universidad de Oviedo Belén López y Carmen Alonso Llamazares, ambas del área de Antropología Física, han contribuido a este estudio internacional con los restos óseos humanos pertenecientes a dos individuos hallados en la cueva de Hou Amieva (Llanes, Asturias), datados a finales del Mesolítico.

Este yacimiento está situado en las faldas noroccidentales de la Sierra del Cuera. Allí se localizaron, en 2010, varios restos humanos que fueron exhumados por una excavación dirigida por el arqueólogo César García de Castro y por la antropóloga física Belén López. Posteriormente, los restos fueron analizados por Carmen Alonso Llamazares y por Borja González-Rabanal, investigador de la Universidad de Cantabria, quienes identificaron un cráneo femenino y un coxal izquierdo masculino, ambos de individuos adultos, así como restos de un neonato. Los análisis de radiocarbono de los restos los sitúan hace 6.230 años, en el caso del neonato, y hace 5.910, en lo referente a la mujer. Se estima un margen de error de 40 años, arriba o abajo, en ambos casos, lo que situaría el momento de la muerte de los individuos en el Mesolítico final.

Restos humanos recuperados en Hou Amieva.

Restos humanos recuperados en Hou Amieva. / Universidad de Oviedo

Cazadores-recolectores aislados

El análisis genético de los restos de la cueva de Hou Amieva los emparentan con "la ascendencia genética típica de las poblaciones mesolíticas del suroeste de Europa", destacan las investigadoras, "y no muestran evidencia alguna de ascendencia derivada de los primeros agricultores europeos", instalados ya en el Neolítico, pese a que estos individuos del Mesolítico asturiano sería coetáneos con comunidades neolíticas de la región cantábrica. "No hay evidencias de que ambos grupos humanos se mezclasen genéticamente o, al menos, no parece que lo hicieran en esta parte del Cantábrico", remarcan.

Carmen Alonso Llamazares, en el laboratorio.

Carmen Alonso Llamazares, en el laboratorio. / Universidad de Oviedo

Según apunta la Universidad, los individuos rescatados y analizados de Ḥou Amieva son trascendentales porque se trata de los representantes de los cazadores-recolectores más occidentales y tardíos entre todos los analizados en este estudio internacional. “Esto permite afirmar que el norte peninsular fue una de las regiones europeas donde la presencia de grupos humanos mesolíticos se prolongó más el tiempo y, por tanto, donde el proceso de la neolitización, que supone un cambio radical en la economía y en la forma de vida de las poblaciones, fue más tardío”, añaden las firmantes del trabajo. Las interacciones entre los grupos neolíticos y los mesolíticos llegaría por la expansión creciente de los primeros agricultores "y por factores climáticos como el abrupto enfriamiento del hemisferio norte durante el Holoceno", señalan las investigadoras. Según el estudio, en Europa central las primeras interacciones entre ambas comunidades se produjo hace unos 8.000 años, y en Europa del este hace alrededor de 7.500. Pero en la Cornisa Cantábrica, como demuestran los restos de Hou Amieva, la transición hacia la agricultura se haría esperar más de un milenio.

Belén López Martínez, en la cueva.

Belén López Martínez, en la cueva. / Universidad de Oviedo

El refugio peninsular

El estudio, en todo caso, va más allá y permite establecer la hipótesis de que aquellas comunidades de cazadores-recolectores se habían refugiado en la Península Ibérica durante el período más frío de la última Edad del Hielo. La conclusión llega por el estudio de los análisis genéticos recopilados por el equipo de investigación, que muestra como las poblaciones gravetienses (una de las cuatro culturas que habitaron Europa en el Paleolítico Superior, siendo las otras tres la Auriñaciense, la Solutrense y la Magdaleniense) se mantuvieron en el suroeste europeo, la región climáticamente más favorable del continente, durante el Último Máximo Glacial (hace entre 25.000 y 19.000 años). Al final de la era glacial, hace unos 14.000 años, se produjo un reemplazo genético de la población europea, probablemente por el contacto con otra población llegada desde los Balcanes, y que tuvo una menor incidencia en la Península Ibérica.