Así se reconstruyó el rostro del primer astur que bebía sidra de manzana

El ilustrador Iván Cuervo hizo la recreación a partir de un trozo de mandíbula: "Era delgado, de ojos pequeños y de cráneo alargado"

El proceso de creación de la imagen, y a la derecha, una hoja del cuaderno de apuntes de Iván Cuervo con el primer boceto.

El proceso de creación de la imagen, y a la derecha, una hoja del cuaderno de apuntes de Iván Cuervo con el primer boceto.

A partir de un pequeño trozo de hueso de la cara, que comprende la parte de la mandíbula maxilar hasta la cavidad ocular, se ha podido reconstruir de manera integral el rostro de uno de los individuos hallados en una investigación arqueológica desarrollada en una sima de la sierra de Sobia, en Teverga. Un resto humano datado en el siglo I con el que, gracias a la conservación de las piezas dentales, se ha podido certificar el consumo de sidra hace dos mil años mediante análisis del sarro. Un hallazgo "excepcional que implica repercusiones más allá de lo que es la arqueología por las aplicaciones culturales que tiene", dice el director del estudio científico, el arqueólogo Alfonso Fanjul Peraza.

Ha sido el ilustrador especializado en dibujo histórico y arqueológico Iván Cuervo Berango el encargado de dar forma a la cara de este poblador de la alta montaña tevergana, con el asesoramiento de la bióloga del equipo, Carmen Alonso Llamazares. Todo comenzó con el encargo de un dibujo para la investigación. "Cuando fui a ver la pieza al laboratorio de Carmen pensé que tenía posibilidades para poder recrear el rostro pese a que es una pieza muy pequeña y es muy difícil, pero lo intenté", explica.

Medir la pieza.

Lo primero fue tomar medidas y, en base a cráneos de medidas similares, la bióloga estableció los parámetros adecuados para el diseño. Y empezaron por los huesos "haciendo dibujos en papel vegetal de cada cráneo, también del trozo de mandíbula, para ir superponiéndolos hasta conseguir lo que podría ser el cráneo", explica.

La musculatura.

El siguiente paso fue dibujar todos los músculos, uno por uno, para conformar la fisionomía de la cara. Una vez hecho el dibujo, comienza la parte más creativa, que está también condicionada por los parámetros ofrecidos por Alonso. "Era un tipo fino, delgado, eso lo sabemos por el tamaño de la mandíbula", detalla. También era preciso ofrecerle un aspecto de hombre de alta montaña.

"Al dibujar me di cuenta de que tiene los ojos bastante pequeños, me salieron así desde el primer momento y también que tiene el cráneo bastante alargado, luego ya, a partir de ahí, puedes añadir los detalles que quieras para tratar de darle vida y personalidad a la cara".

Por eso en la recreación del rostro aparece sin posar, tampoco se está riendo ni está serio: "Le dejé la boca abierta para que se vean los dientes mal cuidados ya que es un dato importante en el proyecto".

A la izquierda, el cráneo del individuo, junto a uno de los cráneos que se emplearon como base para la creación del retrato.

A la izquierda, el cráneo del individuo, junto a uno de los cráneos que se emplearon como base para la creación del retrato.

La dentadura.

La conservación de las piezas dentales ha sido clave para obtener los exitosos resultados de la investigación sobre la alimentación de este poblador de la montaña tevergana. Los dientes tenían sarro "conservado de forma maravillosa", que se extrajo y fue analizado por el departamento de Botánica de la Universidad de Oviedo, que certificó la presencia de manzana fermentada con un consumo "habitual y abundante". "No era lo que estábamos buscando, pensábamos encontrar fragmentos de cereal", dice Fanjul.

Pero los diferentes y repetidos análisis que realizaron sobre estas partículas no dejan lugar a la duda. Se trata de sidra de manzana. "Es clarísimo, es algo que está refrendado y comprobado que se trata de sidra de manzana". Además, la dentadura mostraba un gran desgaste en las piezas presentes, así como una caries "muy acentuada". Ese deterioro se achaca al consumo de alcohol.

El cálculo dental también mostró el consumo de escanda, en concreto, hervida en leche a partir de la sémola, la primera molienda que recibe el cereal. "Es algo constatado en toda Europa pero aquí no porque no teníamos restos humanos de la época". También pudieron saber cuáles fueron sus últimas comidas, peras y arándanos que, casualmente, en la zona solo se dan de manera silvestre en el mes de octubre. Lo que arroja información sobre el momento de su muerte.

La dieta.

La investigación sobre los hábitos alimenticios de este individuo se ampliará a los otros dos cuerpos hallados, el de un hombre y una mujer. Se hará mediante un estudio de isótopos que permitirá a los arqueólogos profundizar en la alimentación habitual de estos tres pobladores de Teverga. "Vamos a obtener nuevos apuntes sobre algunos aspectos de su dieta, ampliando las líneas de investigación del proyecto", confirma Fanjul.

El equipo arqueológico también ahondará en otras cuestiones relevantes en torno a los restos hallados. Estas son: ¿Eran familia? ¿Cuál es su origen? ¿Eran locales o llegaron de fuera? Unos resultados que se obtendrán en colaboración con la Universidad de Santiago de Compostela a lo largo de 2023. "Este año es un año de analíticas", confirma Fanjul. También se estudiarán los restos de fauna presente en la gruta, principalmente ganado doméstico bovino o ovinocaprino, y también hallaron un hueso de un posible cánido. Unos animales que podrían ser la raza preautóctona de las ovejas xaldas, cabras bermeyas o la vaca asturiana de la montaña.

A la izquierda,  una de las fases finales del dibujo antes de recibir el color, y al lado, el resultado final de la recreación

A la izquierda, una de las fases finales del dibujo antes de recibir el color, y al lado, el resultado final de la recreación

Incógnitas.

Unos estudios con los que los arqueólogos abordarán en 2024 la excavación de la sima de Sobia. Pero aún quedan incógnitas por resolver como saber cómo acabaron esos habitantes del siglo I en la fosa de gran profundidad. Y los científicos parten de la premisa de que fueron allí arrojados en el marco de un crimen. Fanjul explica que, por aquel tiempo, se empleaba la incineración como método funerario. "En ese momento ya estaban muy alejados del mundo ritual de las cuevas", señala. Una información que les hace creer que los tres individuos acabaron allí muertos tras ser asesinados. Además, cabe destacar que los restos del otro varón han mostrado en los rayos X un orificio "extraño" que guardaba dentro la parte punzante de una punta metálica.

A los arqueólogos aún les queda mucho trabajo por delante para completar la historia de estos tres pobladores de Teverga que perecieron en la sima de Sobia. Pero la investigación ha dado resultados excepcionales "porque acabamos de dar 2.000 años a la producción y consumo de sidra".

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