Así es la herencia de mantones que incorpora a su exposición el Muséu del Pueblu d'Asturies

El nuevo espacio se puede ver dentro de su muestra permanente "Asturianos en la cocina. La vida doméstica en Asturias, 1800-1965" y en él destacan doce chales de Manila

A. Rubiera

A. Rubiera

La indumentaria femenina asturiana tuvo un imprescindible durante décadas: las prendas conocidas como "sobretodo" o para cubrirse. Esas que se llevaban sobre los hombros ya fueras campesina, obrera, noble o burguesa. De tipología muy variada, tenían distinto fin ya se necesitaran para servir de abrigo, para cumplir con la norma del pudor o para servir de adorno.

A esos mantones, mantoncillos o pañuelos de talle, de cabeza, pañuelos de mano, toquillas, mantillas, echarpes, chales, capelinas, etc., que llevan tiempo en los almacenes, el Muséu del Pueblu d’Asturies les ha abierto un nuevo espacio expositivo dentro de su muestra permanente "Asturianos en la cocina. La vida doméstica en Asturias, 1800-1965". "Se trata de un espacio dedicado a mostrar la numerosa colección de indumentaria con la que cuenta el museo", explican desde la institución.

En concreto el Muséu conserva una treintena de este tipo de prendas realizadas en diferentes materiales y técnicas. Y entre los más vistosos y reconocidos por todos sin duda están los mantones de Manila, de los que el centro gijonés conserva una docena. "Toman su nombre de la capital filipina, donde hacían la primera escala en su viaje desde China hasta España. Su uso se generalizó como complemento de la indumentaria femenina a partir de 1820, como consecuencia de la difusión del chal para cubrir los hombros, vistiéndose primero por las clases altas y luego por el resto de las mujeres, convirtiéndose en una prenda habitual de abrigo. A partir de 1920 la popularidad del mantón disminuye y solo se vestirá en ocasiones especiales y días de fiesta como símbolo de distinción y elegancia", explican los portavoces de un centro que poco a poco ha ido dejando que la moda gane su espacio en su discurso museístico porque ha dejado de ser vista como algo frívolo para ser otro elemento del patrimonio etnográfico que, en este caso, permite documentar y conocer la sociedad asturiana de los siglos XIX y XX.

Siguiendo con los mantones de Manila, en la selección de piezas se permite ver la evolución de la tipología, "desde la decoración más sencilla a la más abigarrada, con un aumento paulatino de los flecos. Dependiendo del tamaño y de la calidad de los materiales, del momento en que se vestía y de cómo se colocaba, se distinguen distintos tipos de mantones: mantón de cigarreras, mantón ‘a la moronga’ muy popular en el cambio del siglo XIX al XX, isabelino, mantón de luto o jacobiano, chinesco, mantoncillo de talle y costumbrista", explican los expertos del museo.

Todos los mantones que se exponen en el Pueblu d’Asturies pertenecen a la colección del museo y han sido donados por particulares, en este caso por las familias Ramos Pérez; Fernández Martínez, por Jesús Feito Calzón y por Dionisio Enrique Pérez-Requeijo Díaz y la familia Fernández Martínez.

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