Bayona, el gran triunfador de los "Goya" con "La sociedad de la nieve", inició en Asturias su camino a la cumbre

El director debutó en 2007 con el taquillazo de "El orfanato", rodado en Llanes

Sergio G. Sánchez y J. A. Bayona, en la sede de LA NUEVA ESPAÑA.

Sergio G. Sánchez y J. A. Bayona, en la sede de LA NUEVA ESPAÑA. / Tino Pertierra

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Nerviosísimo y felicísimo, el cineasta barcelonés J. A. Bayona alcanzó en la noche de los «Goya» la cumbre de su carrera gracias a «La sociedad de la nieve», una película de rodaje infernal que, como él mismo subrayó en varias ocasiones a medida que recogía «cabezones», nadie quería financiar. Ahora acumula espectadores. Era el triunfo artístico de Bayona, hasta entonces más reconocido como artesano dominador de la técnica en títulos taquilleros como «Lo imposible» o «Jurassic World: El reino caído». Nunca ocultó su absoluta devoción por el cine de Steven Spielberg: una mezcla de propuestas de vocación comercial con una indiscutible habilidad para lograr imágenes impactantes envueltas por una banda sonora arrolladora.

Los primeros planos cinematográficos de Bayona tienen a Asturias como escenario imprescindible. Y es que el cineasta, hijo de padres andaluces y enamorado de la pantalla grande desde niño, consiguió su primer exitazo con «El orfanato» en 2007, su primer largometraje tras una amplia experiencia filmando videoclips (sobre todo de «OBK») y publicidad, además de algún corto.

Belén Rueda, durante el rodaje de «El orfanato».

Belén Rueda, durante el rodaje de "El orfanato". / LNE

La conexión asturiana llegó en 2004 de la mano del guionista ovetense Sergio G. Sánchez, autor del corto de culto «7337». Escalofríos en la mente. Su guion de «El orfanato» sedujo a Bayona y, gracias al apoyo de Guillermo del Toro («El laberinto del fauno»), pudo aumentar el presupuesto. La apuesta salió bien: taquillazo del año, «Goya» al mejor director novel para Bayona y al mejor guion para Sánchez, y las puertas abiertas de la industria internacional. Belén Rueda protagonizó una emotiva y aterradora historia que transcurría mayormente en el palacio llanisco de Partarríu, un escenario convertido en un personaje más de la película para poner los ojos de punta. El rodaje se llevó a cabo en verano de 2006. «Es una finca colonial del siglo XIX, de aspecto misterioso. Lo mejor es que cada una de sus fachadas es diferente, lo que produce el efecto de que la casa cambia continuamente», contó Bayona.

Belén Rueda, «Goya» por «Mar adentro» en 2004, encarnaba a Laura, una mujer que volvía con su familia al orfanato en el que creció de niña para abrir una residencia para niños discapacitados. Su hijo se dejaba arrastrar por juegos de fantasía cada vez más inquietantes y su madre temía que hubiera algo en la casa al acecho de su familia. Sucesos inexplicables llenaron de inquietud el orfanato y unos parapsicólogos acudían para buscar respuestas. Todo desembocaba en un desenlace inesperado.

J. A. Bayona, durante la gala de los «Goya». | Efe

J. A. Bayona, durante la gala de los «Goya». / Efe

Bayona, que acompañó a Sánchez cuando este fue distinguido como «Asturiano del mes» de febrero de 2008 de LA NUEVA ESPAÑA, contaba que fue la atmósfera de Asturias la que le llevó a elegir Llanes para filmar «El orfanato». «Teníamos muchas más facilidades para rodar en Galicia, pero no encontramos lo que necesitábamos», dijo. «Es muy difícil rodar en España,», explicó, «no solo en Asturias, pero aquí ni siquiera hay infraestructura. Aunque es cierto que todo se soluciona con dinero, un director de fotografía en Asturias por mucho que cambie el tiempo si tiene dinero e infraestructuras no tendrá problemas».

«El cine de terror es transgresión», señaló Bayona en una entrevista, «debe llevarnos a sitios a los que tenemos miedo a entrar o descubrirnos partes de nosotros mismos que nos asusten. Los conceptos de enfermedad o fealdad son malformaciones de nuestra estabilidad. Hay que romper ese equilibrio y darles la vuelta. ‘El orfanato’ habla del miedo a la separación. Todos los personajes conviven con el trauma de una separación en su pasado o con la amenaza de una separación inminente».

Advertía Bayona, cuyo móvil echaba humo en la sede de LA NUEVA ESPAÑA en plenas negociaciones por un nuevo proyecto, que «nunca te traicionas para agradar al público ni a los productores, cuando haces una película la haces para ti y no pensando en los millones de euros que pueda hacer en taquilla». Y declaraba que «me encantaría volver a hacer una película de miedo», aunque «lo que me daría miedo es no hacer la segunda». La siguiente, quién dijo miedo, fue «Lo imposible», una ambiciosa producción con despliegue de efectos especiales y un reparto de estrellas encabezado por Ewan McGregor, Naomi Watts y el entonces niño Tom Holland, futuro Spiderman.

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