Premios Princesa de Asturias 2023

Murakami, premio "Princesa" de las Letras: "Confío en el poder de las personas que aceptan una información lenta"

Al autor nipón no le preocupa mucho la competencia literaria de la Inteligencia artificial y defiende la que escribe "una cabeza como la mía, que está llena de fallos"

Haruki Murakami

Haruki Murakami / Muel de Dios

Efe

Al escritor japonés Haruki Murakami (Kioto, 1949), premio "Princesa" de las Letras 2023, no le preocupa mucho la llegada de la Inteligencia Artificial (IA) al ámbito de la literatura y defiende la manera tradicional de concebir y elaborar la obra por su autor pese a ser consciente de que esa manera "lenta" de transmitir información en un mundo digitalizado es para una minoría en cuya fuerza, no obstante, confía.

"Mi cabeza está llena de fallos y yo escribo con esa cabeza. Si un ordenador tuviera tantos fallos como tengo en mi cabeza se podría romper", ironiza Murakami en una entrevista concedida esta mañana Oviedo a la agencia Efe. Fue una de las condiciones que el autor nipón, de conocida trayectoria esquiva con los medios de comunicación, puso cuando la organización de la Fundación Princesa diseñaba la agenda de actos con los premiados. Ni quería ruedas de prensa, ni quería entrevistas con los medios locales: concedería dos únicas a dos agencias.

Pero hubo más condicionantes: todos los informadores tuvieron este año que firmar un compromiso de no publicar en Japón nada de lo que dé de sí la presencia en Asturias de Murakami, sin previa información y autorización de la agencia del autor. Tampoco se pueden ceder imágenes ni grabaciones de la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias 2023 en los que aparezca el escritor a medios que publiquen en su país.

Y pese a todo ello, Murakami no ha dejado de participar en cuantos actos le han pedido: el saluda oficial ante el Reconquista, la reunión con los clubes de lectura -que tendrá lugar hoy- o una actividad con escolares, que será mañana en Avilés y con las que se remarca, más si cabe, un premio que se otorgó al autor de "Tokio blues" por "su capacidad para conciliar la tradición japonesa y el legado de la cultura occidental en una obra ambiciosa e innovadora".

Siguiendo con su reflexión sobre la Inteligencia Artificial, Murakami recalcó que "la cabeza del ser humano es capaz de funcionar incluso con fallos, pero un ordenador no es así". Esa desconfianza hacia la Inteligencia Artificial la hace extensiva a las redes sociales, pese a haber llevado a cabo iniciativas como la de un consultorio con sus lectores a través de una página web, una experiencia que reflejó en uno de sus libros.

"He probado un poco las redes sociales, pero llegué a la conclusión de que no me sirven, así que no las uso ahora", ha dicho Murakami tras lamentar que, en un primer momento, podrían ayudar a crear una democracia "de alguna forma nueva", aunque han terminado por hacerle sentir "decepcionado" hasta desecharlas.

La influencia de las redes sociales y del conjunto del proceso de digitalización pueden hacer, ha señalado el escritor japonés más leído del mundo, que a una gran mayoría de usuarios de internet el ritmo de las novelas les parezca "muy lento", aunque a la vez se ha mostrado convencido de que las obras literarias "perduran más".

"Por eso tengo fe en el poder de las novelas y de las historias. A lo mejor hay muy poca población en el mundo que acepta una información más tardía o lenta. Aunque sea el diez o incluso el 5 por ciento, confío mucho en la fuerza de esas personas", ha subrayado.

"Solo escribo lo que me da la gana"

En su tercera visita a Españ, Murakami asegura sentirse "agradecido" por un galardón para el que, al igual que para el Nobel, sonaba hace décadas.

El acta del jurado reconoció su capacidad para expresar algunos de los grandes temas y conflictos de nuestro tiempo como la soledad, la incertidumbre existencial, la deshumanización en las grandes ciudades, el terrorismo o el cuidado del cuerpo y la propia reflexión sobre el quehacer creativo, además de un carácter de "puente" entre la cultura oriental y la occidental del que reniega.

"Yo solo escribo lo que me da la gana y no pienso nada sobre desempeñar un papel del Este o del Oeste, ni en servir de puente", advierte Murakami, que llegó a la literatura tras años como traductor de autores como Truman Capote, Scott Fitzgerald, J.D. Salinger, Raymond Caver o John Irving, a los que leyó en inglés en su etapa en el instituto.

Así, cuando decidió cerrar el bar de jazz que regentaba en Tokio junto a su esposa para dedicarse por completo a la literatura, su "desafío" consistió en cómo expresarse en lengua japonesa a partir de la innegable influencia que habían tenido sobre él esos autores.

Catalogado inicialmente como autor de culto y convertido después en uno de los escritores más vendidos del mundo, un Murakami más que esquivo con todo tipo de actos públicos admite con rotundidad durante la entrevista no sentirse "cómodo" con el hecho de ser famoso dado que se considera "una persona íntima que escribe historias íntimas".

"Yo prefiero una vida tranquila. Estoy feliz solo con tener conmigo libros, música y gatos. Aun así, me alegro mucho de que me lea mucha gente", afirma el autor de "Baila, baila, baila", reconocido melómano aunque confiesa orgulloso haber sido capaz de alejar la música de sus últimas novelas.

No obstante, advierte, la música le sale "naturalmente" y siempre le acompaña. "Al levantarme y cuando empiezo a escribir escucho música clásica. Cuando corro o conduzco el coche, escucho rock y por la noche, jazz", afirma sobre la dieta musical que sigue a diario y recuerda, también con agradecimiento, la propuesta de Patti Smith de que el Nobel otorgado a Bob Dylan debió ser para él.

A sus 74 años, Murakami también se muestra satisfecho y sin arrepentirse de la decisión de cerrar a finales de la década de los años 70 su club de jazz en Tokio, el Peter Cat: "Me vino bien trabajar todo el tiempo concentrándome en escribir como un escritor dedicado solo a ello. Fue muy difícil compaginar dos profesiones", recuerda sobre los primeros pasos de una carrera literaria.

Una vocación por la escritura que el primer autor japonés en ganar el Princesa de Asturias de las Letras asegura que se despertó en él a los 29 años mientras veía un partido de béisbol, el deporte que inspiró también la carretera literaria del autor premiado en 2015, el cubano Leonardo Padura.

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