La cerrada ovación con la que El Molinón despidió a sus futbolistas tras una derrota tan frustrante como injusta delata a un equipo formidable, generoso en el trabajo y con buenos argumentos futbolísticos: sólido en defensa donde apenas concedió más ocasiones que el gol, que llegó en una jugada al tran-tran, y ambicioso en ataque, creando un caudal de oportunidades meridianas que el debutante Domenech, el mejor del partido, desvió al limbo de los justos. El factor diferencial, lo que cuesta dinero y da victorias, fue la pegada. Con media ocasión, el Valencia suma tres puntos muy complicados, en un escenario donde se van a vender muy caros. El Sporting atacó con ansia, casi con furia, generó mucho peligro, pero no acertó. Nuno Espírito Santo se dio el lujo de guardarse al internacional español Paco Alcácer hasta el último cuarto del partido. El ariete entró, calibró y resolvió el duelo, mostrando que está en un nivel muy superior al del protestón Negredo, desgastado en otras batallas.

El Sporting recibió un golpe de extrema dureza, cuando parecía que sumaría otro valioso empate ante un rival excelente. El gol fue una condena para el Sporting. El gol de Alcácer en el tiempo añadido, pero también el gol que se resiste a los rojiblancos que ya encadenan su tercer partido sin ver puerta.

En Primera División un despilfarro de ocasiones como el que se permitió ayer el Sporting termina casi siempre con el equipo en la lona. Los rivales golpean sin previo aviso, con puños de acero que derriban al más pintado. La buena noticia es que el Sporting tiene fútbol. Lo demostró en un partido sobresaliente, decidido por una desgracia. Con actuaciones como la de ayer, el Sporting estará más cerca del objetivo.

Un formidable Sporting discutió la pelota al Valencia, golpeó con dureza y se topó con un crecido Domenech, que nunca olvidará su debut en El Molinón. Tampoco lo olvidará Jony, que no pudo marcar el gol de su vida después de una maravillosa volea desde treinta metros. Domenech amargó también a Sanabria, al que le sacó un remate seco, abajo, que en otras circunstancias habría sido gol. Su importancia se volvió capital en el segundo tiempo, cuando llegó a neutralizar tres ocasiones en una misma jugada, en pleno acoso rojiblanco. Más tarde, sacó la puntera para impedir un remate franco de Guerrero, que buscó el camino más complicado hacia el gol, cuando estaba en una posición inmejorable.

El Valencia no fue, ni mucho menos, un equipo menor. El conjunto ché apretó en muchas fases del encuentro, en las que impuso su fútbol, con dos laterales de vuelo fácil y una línea temible de media puntas, que se mueven con la confianza que da tener a Javi Fuego a su espalda. El poleso es un manual de equilibrio defensivo. El dominio visitante se concentró en el segundo tramo del primer tiempo y en el inicio del segundo, aunque no se tradujo en ocasiones claras. Cuéllar vivió una tarde mucho más plácida que Domenech, mientras los ataques valencianos se estrellaban, uno tras otro, en la muralla rojiblanca.

Abelardo sorprendió con el inicio de las rotaciones justo en la semana posterior al parón liguero. Jugaron por primera vez los tres fichajes de este verano y elevaron el nivel técnico del equipo. Destacaron Halilovic y Sanabria, dos futbolistas llamados a cotas mucho más altas. Mascarell cumplió en el centro del campo, aunque no hizo olvidar a Nacho Cases. El gol valenciano llegó cuando los rojiblancos buscaban uno de esos arreones finales. Un descuido atrás y el precio es altísimo.

El Sporting emite señales positivas en una derrota que no mereció. A cambio recibe una lección fundamental para andar por el fútbol de Primera, donde no se puede arriesgar lo conseguido durante noventa minutos.