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Castro pudo marcar de penalti antes de fabricar el segundo tanto

Las líneas adelantas de los rojiblancos se transformaron en una presión en tres cuartos de campo que dio al Sporting el primer gol. Moi Gómez robó a Rubén Pardo sobre el carril diestro, levantó la cabeza, trazó la diagonal y armó la derecha para superar las blandas manos de Ander. Los gijoneses veían así premiado un control del encuentro que los donostiarras sólo estaban discutiendo con contragolpes aislados y el balón parado. Esta ultima faceta dejó ver al Abelardo más enchufado.

El técnico gijonés corrigió hasta el último detalle posicional a la hora de defender las faltas laterales. No fue suficiente, ya que una de las acciones de mayor peligro rival, en la primera parte, llegó en un cabezazo de Markel. Hubo incluso alguna bronca, de esas que denotan cuándo a Abelardo le gusta mucho un jugador. Que se lo pregunten a Rachid, convertido en el Jony de las dos últimas campañas por las continuas llamadas de atención de su entrenador.

Cedió terreno el Sporting en la segunda parte, pero lo hizo para matar a la contra. Primero, frenado con un inocente penalti de Rubén Pardo sobre Carmona, que ya había sufrido uno claro antes del descanso. Castro, en su mejor versión ante la Real, tanto de espaldas como de cara a puerta, tomó la responsabilidad de lanzar. El balón, raso, al centro, se topó con las piernas de Toño Ramírez. Después se enmendó el de Ujo con una espectacular jugada personal en la que llevó el balón desde el centro del campo hasta cedérselo a Viguera en el área. El riojano añadió belleza a la acción dejando sentado al portero y al central donostiarra, antes de convertir el 0-2 ante la rabia de Castro, que esperaba que le devolvieran el regalo. Era el minuto 53 y Eusebio sacó entonces la artillería pesada.

Vela y Willian José saltaron al terreno de juego para reanimar a la Real. Y lo consiguieron. El brasileño tuvo dos claras para reducir distancia en el marcador. No falló a la tercera, pero quedaba tiempo para poco. El Sporting ya saboreaba un triunfo que aunque llegue en un amistoso, marca el camino a seguir.

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