Como esos alumnos de inteligencia sobrada y poca disciplina, Moisés Gómez Bordonado (23-6-94, Rojales, Alicante) cierra el curso con un suspenso y con esa sensación de que su talento le podía haber permitido sobresalir. Quizá por eso, Moi Gómez es el que se lleva más reproches de todos los fichajes que han defraudado esta temporada. Porque nadie le discute la calidad que atesora, pero sí su falta de carácter que le ha hecho parecer apático en muchos momentos de la temporada. Y eso, en El Molinón, es pecado capital. Este campo prefiere un futbolista limitado, pero con una implicación máxima, capaz de corregir su falta de recursos con litros de sudor, antes que un talento frío e insípido.

A Moi Gómez le faltó adrenalina para triunfar en Gijón. También le faltó regularidad, porque ese talento que acredita lo mostró en pinceladas sueltas. Cuando lo hizo sí que fue determinante, pero el problema fue que lo lució poco y casi nunca en los grandes partidos en los que se decidía la suerte del Sporting.

Y eso que la primera impresión fue muy buena. Moi Gómez se presentó en sociedad con una gran puesta en escena. Moi Gómez empezó fuerte en el Sporting, lideró el equipo que fue capaz de ilusionar en las primeras jornadas de liga y desapareció cuando las cosas se pusieron feas. Y eso que no puede reprochar nada a los entrenadores, que le dieron la máxima confianza. Sólo, en un primer momento, lo dejó como reserva, pero enseguida apreció su talento y decidió que era más útil sobre el césped.

Lo primero que impresiona de Moi Gómez es su buen manejo técnico de los dos pies. Es capaz de golpear un balón parado con cualquiera de ellos y de hacerlo con precisión. También capacidad para aguantar el balón, esconderlo del rival y filtrar pases. El problema, además de los ya citados, es su ubicación. A Moi Gómez le falta físico para ser centrocampista, velocidad para jugar de enganche y regate para hacerlo en banda. También flojea en el trabajo defensivo y entre sus virtudes no se encuentra el juego aéreo.

En las vísperas de un verano que se anuncia movido, no se está hablando apenas del futuro de Moi Gómez. El alicantino tiene tres temporadas más de contrato en el Sporting y el club considera que puede ser un futbolista de los importantes en Segunda División, donde no abundan los jugadores con su calidad. Moi Gómez ha demostrado a lo largo de su trayectoria, en la que ya ha vivido algunos descensos anteriores, que no es muy amigo de jugar en Segunda. Por el momento, ni el club ni el futbolista han movido ficha y se da por hecha su presencia en Gijón el próximo curso.

El planteamiento que sí han deslizado los técnicos ya en Mareo es la posibilidad de reubicarlo como centrocampista el próximo curso, con una pareja de baile que le aporte el músculo y le guarde las espaldas. En todo caso, Moi Gómez si parece uno de esos futbolistas sobre los que se puede construir un proyecto para lograr el ascenso.

Un hándicap importante será el de su relación con la grada, que le ha señalado en muchos partidos cuestionando su actitud y su implicación. Bien es cierto que el fútbol tiene poca memoria y que si Moi Gómez es capaz de desplegar el fútbol que atesora y que sólo ha insinuado se olvidará todo muy pronto.

Una prueba de esa falta de carácter es lo mal que lo pasa el chico cada vez que tiene que atender a los medios de comunicación. Como futbolista de élite está en el centro de los focos, pero Moi Gómez es un hombre tímido que se encuentra más cómodo en un segundo plano. Paco Herrera tiene tarea para conseguir que Moi Gómez haga aflorar ese talento innato que tiene para el fútbol.