El "efecto Baraja" se diluyó en Granada. El Sporting atrevido y protagonista que acompañó la llegada del nuevo entrenador no estuvo ayer en Los Cármenes. El Granada castigó sus miedos y devolvió las dudas. La derrota terminó alimentada por algo más que el juego rival. Al protestado penalti de Juan Rodríguez sobre Espinosa con el que se adelantó el Granada, le siguió un segundo tanto en un córner que debió ser saque de puerta. La pobre actuación arbitral no fue excusa para la floja versión de los del Pipo. Santos salvó el honor con un gol que reivindicó lo que al uruguayo le sobra y le falta al equipo: confianza y amor propio para mostrar sus posibilidades.

Puede entrar en los planes perder en Los Cármenes. De hecho, el Granada colecciona víctimas esta temporada en sus partidos como local. El Sporting, a quien siempre se le hace cuesta arriba este campo, fue uno más. La rabia es que la forma de caer enfría de repente el optimismo con el que se recibió a Baraja. Un paso atrás que deja heladas las virtudes que se vieron ante el Tenerife, como heladas parecieron las piernas de los jugadores del conjunto gijonés por las bajas temperaturas registradas bajo la imponente Alhambra (dos grados centígrados al iniciarse el encuentro).

Las dudas del Sporting volvieron a adueñarse de su juego en un día en el que se podía despedir con mejor sabor de boca un año para olvidar a través del golpe de efecto de superar a un rival en el objetivo de volver a Primera. No fue capaz un Sporting que deberá mejorar mucho en el nuevo año para hacer corregir un 2017 nefasto. El año que empezó con la marcha de Abelardo termina con el proceso de adaptación a un nuevo técnico, el cuarto en doce meses. La apertura del mercado invernal ampliara las esperanzas de un cambio que se hace esperar.

Baraja premió en Granada al equipo que venció al Tenerife. El Pipo repitió once con el propósito de seguir luciendo el traje que estrenó en El Molinón. No le sentó tan bien. Se vio desde el inicio. El intenso frío en Los Cármenes pareció frenar al impetuoso conjunto que la jornada anterior sólo necesitó cinco minutos para ver puerta. Los rojiblancos, ayer de azul marino, fueron un equipo más contemplativo, temeroso a la hora de asumir riesgos por mucho que saliera de nuevo con dos delanteros. Inició la presión en tres cuartos, juntó líneas, y esperó.

Un saque de esquina inexistente dio el segundo gol al Granada

Ni la tempranera lesión de Machís, el que posiblemente sea el futbolista más desequilibrante con el que cuenta el Granada en su plantilla, sirvió para que el Sporting se envalentonara. La marcha del venezolano, antes de llegar al cuarto de hora de juego, no cambió un escenario en el que el Sporting abusaba del balón en largo ante un rival sin prisas ni apuros, que mostraba su predilección por atacar por el costado defendido por Juan Rodríguez. Bergantiños, atento, se convirtió en el guardaespaldas del gallego.

Carmona, autor del primer disparo entre los tres palos, con un remate tierno por el que hubo que esperar más de veinte minutos, fue la imagen de que el Sporting no estaba cómodo. El gran protagonista del triunfo ante el Tenerife pasó desapercibido por Los Cármenes. Él ejerció como el mejor resumen. El amor propio de Santos dio, antes del descanso, los únicos chispazos de un equipo sin tráfico en el centro del campo y totalmente previsible. En ocasiones, sin saber si fue víctima del rival, o de una falta de potencia física que decidía duelos sin capacidad de réplica. No fue el caso de las intervenciones del uruguayo, que robó un balón a la zaga local para buscar en el área a Isma López. Faltaron centímetros para que el navarro conectara a la red en el mejor acercamiento de los gijoneses antes de iniciarse la segunda parte. No daba para mucho más.

Baraja, consciente de que al Sporting le faltaba balón, puso a Moi Gómez a calentar. La entrada del alicantino tras el descanso por un Scepovic que hizo poco más que presionar, se quedó sin tiempo para surtir efecto. Tres minutos después, Espinosa, el sustituto de Machís, enfilaba de nuevo el carril defendido por Juan Rodríguez. Esta vez le ganó el sitio y tras poner un pie en el área, el forcejeo con el gallego le llevó al suelo. El penalti, celebrado como una fiesta por la afición nazarí, que ya había reclamado otros dos antes, y muy protestado por los de Baraja, fue el premio a la insistencia. Joselu no perdonó.

El castigo obligó al Sporting a ofrecer algo más para intentar sumar en Granada. Nacho Méndez y Moi Gómez intentaron ganar presencia para encontrar un camino que se cortaba al tercer pase seguido. Fue una reacción a intervalos, sin la convicción de poder hacerse fuertes bajo la posesión. La entrada de Rubén García por Isma López no alcanzó tampoco para ver asociarse a los gijoneses. Javi Varas veía plácidamente morir el partido sin ser exigido. Cada acción del Sporting terminaba con un pase impreciso o con Santos corriendo solo contra el mundo.

El Granada olió la sangre. El partido empezó a romperse y Oltra metió más leña con la entrada de Adrián Ramos. El conjunto nazarí apretaba y encontró el segundo a balón parado. Un saque de esquina inexistente, peinado por Víctor Díaz, terminó en la red después de que el balón golpeara en la cabeza de Álex Pérez. La diferencia, a cinco minutos del final, se hacía insalvable.

Hubo tiempo, sin embargo, a que Michael Santos se llevara un pequeño premio al ejercicio de casta que desplegó en Los Cármenes. El Granada ya saboreaba otros tres puntos en casa cuando Rubén García y el uruguayo volvieron a aliarse para hacer gol, como sucediera en Vallecas y en alguna que otra ocasión más. El valenciano, esta vez perfilado con pierna derecha, metió un centro al área que encontró la cabeza del siempre dispuesto Santos para maquillar la derrota.

  • ¿Ha mejorado el Sporting con Baraja?