Si nada hay más anormal que un partido de fútbol en esta mal llamada 'nueva normalidad', un derbi con las gradas vacías supera todo lo admisible para cualquier amante de este deporte.

Con un césped como hacía tiempo que no se veía en el Carlos Tartiere ('rebautizado' este año a cambio de un puñado de euros), pero con ese silencio sepulcral en las gradas, llegaban Oviedo y Sporting al duelo que consigue que se detenga la Asturias futbolera. Por detener, parece que hasta se olvida la maldita pandemia, a juzgar por algunas escenas vistas en los prolegómenos del partido en las inmediaciones del estadio.

No se le habían dado bien los últimos derbis al Real Sporting, en algunos de los cuales la afición le achacó una preocupante falta de actitud ante una cita de semejante calado. Porque aquello de que son sólo tres puntos y un partido más, no se lo cree nadie. Y menos aún quien sale malparado del enfrentamiento.

David Gallego sorprendió a más de uno con la inclusión de Saúl García en el once titular. Si bien es cierto que el recién llegado fue el protagonista de la espectacular acción que dio lugar al gol de Uros en Almería, no menos cierto es que hasta la fecha, Pablo García estaba rayando la perfección en su posición de lateral. Veremos si el entrenador catalán no se busca un problema innecesario donde no lo había.

El resto del equipo titular fue el mismo que venciera en Almería, nuevamente con Cumic en el interior derecho, a pesar de haber estado toda la semana entre algodones.

Empezó mejor el Oviedo, presionando arriba y dificultando la salida de balón por parte del Sporting, que hubo de esperar hasta el minuto 8 para que Uros por dos veces, probase fortuna ante Femenías. Fue además una jugada en la que los rojiblancos reclamaron una mano que efectivamente existió, pero que hubo que esperar más de tres minutos para que el VAR estimase que no era digna de sanción. Puede que el paso de tanto tiempo enfriara el botón rojo de la sala desde donde supuestamente se imparte justicia, aunque a veces pueda parecer todo lo contrario.

Con un intercambio constante de idas y venidas por ambas partes, pero con un Oviedo con mayor posesión, Sangalli tuvo también su oportunidad cuando se cumplía el minuto 20. El equipo azulón sacaba partido de esa zona demasiado despoblada que el Sporting cede cada vez que Javi Fuego retrasa su posición para colocarse entre los dos centrales.

Precisamente fue para uno de ellos, Babin, la primera tarjeta amarilla en el minuto 27, en un partido de absoluto guante blanco, al derribar claramente a Obeng con el fin de evitar males mayores.

Sin grandes ocasiones reseñables y con Carmona ya calentando en la banda, en el minuto 32 Manu García se sacó de la chistera uno de sus trucos de mago del balón, sirviendo al interior del área un balón al que Cumic no pudo llegar con la claridad suficiente para que su disparo cogiese puerta.

Pero se estaba viendo desde el inicio que el Sporting pasaba ciertas dificultades por la banda defendida por Bogdan y para su desgracia, en el minuto 37, en una internada por ese flanco, con el lateral despistado en la marca, Javi Fuego provocó un penalti tan claro como inocente para un jugador que frente al eterno rival, cumplía 500 partidos entre Primera y Segunda.

No perdonó el capitán del Oviedo Sergio Tejera, que batió a Diego Mariño con suma frialdad con una ejecución por el centro de la portería. Era el primer gol que recibía el Sporting en esta temporada y la pregunta que rondaba por la cabeza de todos los sportinguistas era si el equipo de David Gallego, a diferencia de los de José Alberto o Djukic, sería capaz de remontar un resultado adverso. Lo que como mínimo urgía era un cambio de marcha.

Sin embargo el gol no varió en exceso lo visto con anterioridad al mismo. Si bien instintivamente el Sporting pareció dar un paso adelante, tampoco es que fuera suficiente para generar ningún tipo de acción ofensiva.

Los últimos minutos de la primera parte fueron así un sí pero no, con un abuso del juego horizontal por parte de los rojiblancos, sin nadie arriba que ofreciera un desmarque claro en el que apoyarse.

Se llegó de este modo con la victoria por la mínima del Oviedo al descanso y con la esperanza para los aficionados sportinguistas de que los suyos hasta el partido del Tartiere, siempre habían logrado marcar en la segunda parte, de la misma forma que nunca habían anotado en los primeros tiempos. Para que luego digan aquello de que segundas partes nunca fueron buenas.

Comenzó la segunda parte sin cambios y con los mismos jugadores por parte y parte. Y nuevamente la primera aproximación del Oviedo fue por su banda derecha. Esa marcha más que se esperaba del Sporting, seguía sin aparecer en los primeros compases de la reanudación. Todo lo contrario: era el Oviedo quien seguía presionando arriba.

Un saque de esquina botado en corto por Pedro Díaz para Manu García en el minuto 52 y que no provocó el efecto deseado, fue lo más reseñable por parte del Sporting en los primeros diez minutos de la segunda parte. Ni Cumic cambiado a banda izquierda ni Aitor por la derecha, conseguían hacer daño a la defensa carbayona.

En el minuto 56 llegó el cambio más que cantado de Cumic, entrando en su lugar Carmona. No fue ni mucho menos un buen partido el realizado por el interior serbio.

Se hizo esperar, pero por fin, poco a poco el Sporting fue adueñándose del balón, con una mayor presencia de los rojiblancos en las inmediaciones del área azulona. El Oviedo con dos saques de esquina a su favor consecutivos en el minuto 61, intentaba sacudirse ese dominio rojiblanco. También Cuco Ziganda tomó nota de lo que estaba sucediendo, realizando un doble cambio.

Siendo honestos, el Sporting no estaba siendo muy diferente al que había logrado vencer los cuatro primeros partidos de manera consecutiva, sólo que en este caso, se había encontrado con un gol en contra en un penalti absurdo. Quedaban veinticinco minutos por delante y con no muy buenas sensaciones, cuando llegó la segunda tarjeta para los rojiblancos, en una falta cometida por un Manu García, que se desesperaba por entrar más en contacto con el balón y curiosamente sometido a numerosas faltas por parte de los azules. De Uros hasta el momento, no había habido noticias. El Sporting volvía como en tiempos pretéritos a adolecer de un 'plan B' para las remontadas.

Rayando el minuto 70 se produjo el cambio obligado de Babin, lesionado. Noticia más que preocupante de cara al futuro. Aprovechó David Gallego para introducir también a Alvaro en lugar de un desaparecido Aitor, con el guaje Pelayo en lugar del central de Martinica. El míster catalán daba mientras instrucciones a borde de campo a Carmona y Javi Fuego.

A punto estuvo en el minuto 74 el propio Javi Fuego de introducir el balón en la portería de Mariño, al rechazar sobre su cuerpo un despeje de Pelayo. Hubiera sido ya demasiado para el poleso, después de su penalti cometido.

Javi Fuego fue precisamente uno de los dos últimos cambios introducidos por David Gallego en el minuto 76, con Guille Rosas y Nacho Méndez (no deja de tener su aquel verle de repente entrar en el equipo), mientras que Bogdan fue el otro jugador sportinguista que se fue a los vestuarios.

Con la lluvia cayendo con cierta intensidad sobre el césped del Carlos Tartiere, el Oviedo se mostraba defensivamente todo lo ordenado que el Sporting lo había sido hasta este derbi. El Sporting por su parte intentaba achuchar a base de corazón y de paciencia. No es mala combinación, pero seguía echándose en falta el poner a prueba a Femenías.

Una falta de nuevo botada por Pedro Díaz en el minuto 87 acabó con un disparo al limbo de Saúl García. El lateral no ofreció en esta ocasión la misma brillantez que demostrase en el poco tiempo del que dispuso ante el Almería.

En general fue un partido de lo más plano por parte del Sporting, con un Oviedo enfrente que tampoco es que realizase un partido para tirar cohetes. Pero al final lo que manda es el resultado. Y hasta el partido de vuelta, con independencia de la diferencia existente en la clasificación, habrá de nuevo que aguantar a los vecinos sacando pecho. Que sirva al menos para que David Gallego tome nota sobre cómo resolver esa doble maldición que sigue persiguiendo al Sporting: la de no saber afrontar un derbi y la de no conseguir remontar un resultado adverso. Difícil cuando no se disponen de ocasiones.

De momento por suerte que mañana será festivo y muchos sportinguistas no tendrán de este modo que salir de casa. Otra ocasión perdida para haber logrado matar dos pájaros de un tiro: mantener el liderato y de paso dejar al Oviedo herido de muerte. Y es que en esta 'nueva normalidad' lo que no ha cambiado es la pesadilla de los derbis para el Sporting.

Post Scriptum: con lo visto en el derbi, se hizo más evidente si cabe que la plantilla del Sporting presenta serias lagunas en su parcela ofensiva. Dejar los deberes para el último día casi nunca es buena solución.