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Lo que el ojo no ve

Tras el Sporting-Real B: Gallego pasa a ser terrenal; El Molinón esperaba fútbol y guajes

Aficionados del Sporting y de la Real Sociedad, antes del partido del filial vasco en El Molinón Marcos León

No hace tanto el Sporting era líder de la categoría, protagonizaba un fútbol valiente y evidenciaba una versión evolucionada de lo visto la temporada anterior. No hace mucho David Gallego era una especie de semidios, una figura intocable, el líder de la resurrección de un conjunto rojiblanco que comulgaba con cada versículo de la biblia del “galleguismo”. El Molinón mostró ayer, por primera vez desde la llegada a Gijón del de Suria, que Gallego es terrenal. El entrenador se llevó mucho de la furia de una grada que además de fútbol, esperaba guajes. El día en el que faltaban siete futbolistas y otros dos estaban entre algodones, ninguno de los nueve que el catalán subió al primer equipo –diez sumando a Boza, que regresó al filial el jueves– saltó de inicio. Los tres que lo hicieron participaron en los trece minutos finales, con el marcador en contra.

El Molinón pareció guardar el detalle a Gallego. Esperó a ver qué pasaba en los minutos iniciales. Diez minutos bastaron para ver que se empezaba a calentar el ambiente, especialmente el de los más veteranos, el localizado en la Tribunona. No les faltó razón. La decepción, por juego, propuesta y resultado, fue a más. De indiscutible, a discutirle hasta el cambio de Christian Rivera. Fueron testigo de ello, en el palco, el presidente y sus consejeros. También Javi Rico, director deportivo, que no vio en el verde las palabras de su presentación. La decepción llega muchas veces por ese tipo de detalles: el de comprometerse a algo y dejar pasar las semanas sin cumplir.

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