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El emocionante gesto de Guille Rosas con un seguidor del Sporting con una grave enfermedad pulmonar: “Estoy muy agradecido”, dice el aficionado

Tras el partido de Copa, Rosas regaló una camiseta firmada a un abonado que vive conectado a una máquina que le proporciona oxígeno medicinal

Guille Rosas entrega a Carlos García la camiseta firmada del Sporting. | LNE

Hace tres años a Carlos García (Gijón, 53 años) le dieron la peor noticia de su vida. Le diagnosticaron una enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Una tuberculosis se complicó y terminó causando secuelas irreversibles con cicatrices en los pulmones, muy mermados y limitados a una cuarta parte de su actividad.

Desde entonces, la vida de este solador jubilado ha cambiado de forma radical. La enfermedad ha ido a más y desde hace seis meses necesita estar dieciséis horas conectado a una máquina para respirar oxígeno medicinal. “En la vida hay dos opciones: tirar e intentar salir adelante o renunciar; yo elegí la primera”, confiesa.

Carlos no ha dejado de hacer las cosas que le gustan. Al menos hasta que le duren las fuerzas. Y pocas cosas, muy poquitas, le gustan más que el Sporting. Que ir a El Molinón. Aunque ahora la maldita enfermedad le obligue a estar postrado a una silla de ruedas y a viajar al campo en compañía de un aparato que le mantiene con vida y que enchufa dónde puede en el estadio. “La batería me dura dos horas, así que tengo tiempo a ver el partido. Después, a veces, voy a tomar algo y lo enchufo en el local hostelero”, dice con un optimismo emocionante, pero también desgarrador.

Pero su sentimiento sportinguista es más fuerte. Y eso que la situación, confiesa, no puede ser más complicada, por todo. El covid, el frío, y, claro, la enfermedad. No puede caminar, ni conducir, así que tiene que ir y volver al estadio siempre en autobús y afrontar el miedo a contraer el coronavirus, que puede ser letal en su caso. “El Sporting es mi vida”, confiesa este luchador nato, que en apenas tres años ha recibido golpes muy duros como la enfermedad y la muerte de su germano gemelo, Javier, al que estaba muy unido.

Su pasión por el Sporting le viene de lejos, de familia. Es hijo de Capitolino, “Capi”, histórico empleado del Sporting durante dos décadas y que recomendó al club rojiblanco el fichaje de Luis Enrique. De hecho, Carlos jugó en La Braña con el hoy seleccionador nacional en juveniles. Y recuerda a la perfección su enorme talento. Lucho era dos años más joven, pero tal era su calidad que ya jugaba con los mayores de la plantilla. Tal es la admiración que le ha despertado siempre y le despierta su padre, fallecido en 2018, que, como él, Carlos también es conocido por “Capi”. Aunque para Carlos, Capitolino siempre será su padre.

Ahora afincado en la zona habilitada para discapacitados de la grada Este, “antes estaba en la Zona Sur”, explica, Capitolino recibió el domingo en el partido ante el Cádiz un regalo inolvidable. Vecino del barrio de Pumarín de siempre –aunque ahora resida en Nuevo Roces – mantiene contacto con la familia de Guille Rosas. Y Carlos es devoto del lateral del Sporting. En 2019, incluso fue a ver a Melilla a ver un partido del Sporting B. Allí, se fotografió con él. A Carlos le entusiasma el espíritu espartano, luchador del jugador rojiblanco con quien en cierto modo comparte idéntica forma de afrontar la vida.

El domingo, al terminar el encuentro de octavos de Copa del Rey entre el Sporting y el Cádiz, el lateral derecho del Sporting aguardó a que se vaciara al estadio, y ya sin estar bajo los focos acudió con un regalo muy especial a la zona de minusválidos de la grada Este. Lo hizo sin hacer ruido, un acto de forma discreta. Allí, resguardado del frío como podía y contando los minutos de batería de la máquina tras aguantar más de media hora por la prórroga y los penaltis, estaba Carlos. Guille le dio una camiseta del Sporting firmada y dedicada a él y a su padre fallecido. “Estoy muy agradecido. Es un gesto. Me ha hecho mucha, muchísima, ilusión”, confiesa. “Son cosas que no se olvidan fácilmente”, sentencia.

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