Opinión

La nave del misterio

El Sporting y las formaciones con las que Miguel Ángel Ramírez soprende de vez en cuando

Iker Jiménez en Horizonte

Iker Jiménez en Horizonte / Cuatro

Bienvenidos a la nave el misterio, titotatín-tatín. El partido del Sporting ante el Elche es un caso digno de investigarlo Iker Jiménez en uno de esos programas fundamentados en suposiciones y presunciones en los que nunca se resuelve o se aclara nada. Por ejemplo: quién no nos dice que una inteligencia extraterrestre transmitió a los jugadores de cuatreada asturianos cómo colocar los bolos según alineaciones estelares. Yo, la verdad, dicho así, no me atrevería a decir que no.

El planteamiento de Miguel Ángel Ramírez en el partido de Elche, ¿fue un caso, porque no decirlo, de entrenador intenso? Porque pocas cosas hay más peligrosas en el fútbol que un míster con un ataque de intensidad y peor aún si se pone a innovar. El planteamiento de MAR no se puede decir que incurrió en una innovación táctica absoluta. La defensa de cinco con un doble pivote ya había sido utilizada en anteriores encuentros. Pero nunca uno de esos pivotes fue un central. ¿La necesidad por las lesiones obligaba o, porque no decirlo, hay alguna razón oculta para no elegir un medio centro puro?

Entonces, y esta cuestión le aporta más misterio, qué provocó el desbarajuste de jugadores, movimientos, ayudas y posiciones que facilitó dos goles en segundas jugadas, precisamente lo que se intentaba evitar. Parecían pollos sin cabeza pateando balones. Cierto es que si alguna de las dos ocasiones erradas ante el portero rival se hubieran convertido en gol, hubieran sonado las pistolas y quizá estas líneas tuviesen otro sentido. Pero en el fútbol no existe la ley del eterno retorno, no se puede volver atrás y repetir las jugadas. El misterio continúa. ¿Por qué si se comprueba el error, dos goles en contra son prueba suficiente, no se modifica para evitar una sangría?

No acertó MAR de salida y corrigió en el descanso el tablero de juego. Ya fue un Sporting más reconocible, sin alcanzar la bravura de la primera parte de la Liga. Jugadores mejor posicionados y cada uno en su sitio a realizar el juego que mejor se sabe. Pero ya se había tirado una primera parte y en la segunda no dio tiempo a enmendarla. Y vuelven a sobrevolar los fantasmas del fin de campeonato.

En unas misteriosas declaraciones en una revista brasileña, que corrió por las redes sin desmentido que yo al menos haya visto, Miguel Ángel Ramírez venía a comentar que no se veía como un entrenador de ganar partidos cada fin de semana, sino más bien como un hacedor de equipos, un diseñador de fútbol, algo así como una figura para mejorar los clubes (sea eso lo que sea)… Si es así, bien está, pero no parece el momento de sincerarse cuando restan los peores partidos de la temporada a cara de perro para jugarse un ascenso y se necesita un entrenador con arrestos para ganar, ganar y volver a ganar y así seis veces.

Restan seis partidos con once equipos en una piña disputándose 18 puntos para alcanzar el ascenso directo o la promoción. Pese a sus errores en una deficiente segunda parte de la liga y gracias a los ajenos, el Sporting continua en puestos de promoción. Y por qué no decirlo por enésima vez, el margen de error se agotó. No es tiempo de innovar ni de ponerse intensos con experimentos. Ni de filosofar o teorizar. Lo sencillo, lo que sabemos hacer bien, lo que llevó al equipo a disponer de un importante granero de puntos, es la mejor garantía y no se dejan grietas a lo sobrenatural. Sin tantos misterios.