Oviedo, I. RONZÓN

La cifra de internos recluidos en la prisión de Villabona no deja de crecer. La cárcel asturiana alberga ya entre sus muros a 1.497 presos, una cifra que se encuentra muy por encima de lo que la Dirección General de Instituciones Penitenciarias considera adecuada para que el centro funcione correctamente. Según Madrid, la capacidad operativa de Villabona, esto es, la posibilidad real de la cárcel de funcionar adecuadamente, es de 1.300 internos (197 menos de los que hay en la actualidad). Aun así, este número calculado por Madrid dista, y mucho, de lo que sería la verdadera situación idónea del centro, que fuentes penitenciarias sitúan en 977 reclusos. Por su parte, el fiscal de Vigilancia Penitenciaria, Juan José Martínez Junquera, afirma que por encima de 1.500 (tres más de los que hay ahora) su «capacidad real» se va al traste.

Con la estadística en la mano, la saturación de la cárcel asturiana toca techo, alcanzando su máximo nivel, al menos de la última década. Los datos son demoledores: la prisión tiene 820 celdas operativas.

Lo cierto es que las cifras no paran de crecer. El 31 de diciembre de 2000 la cárcel de Villabona tenía 1.043 internos; en 2001, un total de 1.136; en 2002, esta cifra se elevó de nuevo, llegando a los 1.295; el 31 de diciembre de 2003 había 1.308 reclusos y en 2004 se produjo un descenso hasta los 1.278, pero duró poco, porque en 2005 aumentaron a 1.353. El récord -desbancado ahora- llegó en 2006: la prisión finalizó ese año con 1.402 presos.

Con esta situación, la mayoría de internos se ve obligada a compartir celda, debido a la falta de espacio, al margen de otros motivos como cuestiones de salud del propio preso o, incluso, peticiones para compartir habitación. El uso de celdas dobles se ha convertido en lo habitual, cuando el reglamento penitenciario y la ley de Régimen Penitenciario establecen que cada interno debe disponer de su propia celda, salvo situaciones concretas.