Oviedo, L. Á. VEGA

Un taller de Tapia de Casariego se encuentra dentro de la lista de clientes de Truck and Car, la empresa gallega que, según la Policía, pudo manipular los cuentakilómetros de unos 35.000 vehículos en toda España, aunque principalmente en el noroeste. Las fuerzas de seguridad investigan el taller. En el sumario abierto por el Juzgado número 2 de Santiago de Compostela, figura sin embargo una sola operación de este taller asturiano con la empresa del alemán Johann Grimm, lo que hace sospechar que su implicación en la trama es mínima, según indicó Miguel López, se cervario de la Unión de Consumidores de Galicia, que se ha personado en este caso.

La «operación Trucarro», nombre con el que ha sido bautizada la investigación, va muy lenta, tanto que el juez del caso Francisco, Javier Míguez Poza se ha visto obligado a levantar el secreto del sumario antes de lo que hubiese deseado, para no generar indefensión entre los imputados.

Por el momento, la Policía ha encontrado indicios contra una treintena de establecimientos, la mayoría en Galicia, aunque también hay algunos en Madrid y León. La lista de talleres y concesionarios que pudieron lucrarse con los trabajos de Johann Grimm y sus empleados (que llegaban a trucar hasta 20 o 25 vehículos en un día), se ha reducido a un centenar, frente a los 200 que estimaban las fuerzas de seguridad al principio de la operación, en noviembre del año pasado.

Se ha hablado incluso de que, por la magnitud de la estafa, el caso podría pasar a la Audiencia Nacional, aunque por el momento permanece en manos del juez Míguez. La Unión de Consumidores de Galicia no se hace muchas ilusiones. «Esperamos esclarecer un 20 por ciento de las operaciones de trucaje que realizaba la empresa de Grimm», indicó Miguel López. Por el momento, ya se han identificado un millar de matrículas de vehículos trucados. Entre los establecimientos implicados hay empresas importantes, como los grupos Brea y Lobelle.

López quiso dejar claro que la manipulación de cuentakilómetros no es delito, sí vender los vehículos trucados haciendo creer a los compradores que el rodaje de los coches es inferior al real. Aparte de que estos coches pueden venderse más caros (entre 4.000 y 6.000 euros por encima del precio que les correspondería), los propietarios se arriesgan a sufrir un accidente, puesto que retrasan las revisiones en la creencia de que no son necesarias.