Vigo, N. PILLADO /

U. FOCES

Una gallega de 35 años lanzó su coche -ella al volante y sus dos hijas menores en el asiento de atrás- por un acantilado en Bayona (Pontevedra). Milagrosamente, las tres sobrevivieron al brutal impacto. La mujer, con problemas psicológicos tras separarse del padre de sus hijas, permanecía ayer detenida, a la espera de prestar declaración ante el juez, que podría imputarle un doble homicidio en grado de tentativa.

Los hechos tuvieron lugar el pasado martes, a las seis de la tarde. La mujer, Ana Soto, lanzó su vehículo al mar cuando iba acompañada de sus dos hijas desde el mirador de Barredo, en el área de descanso de Las Salgueiras, ubicada en el litoral del municipio pontevedrés de Bayona. Unos minutos antes llamó a su ex marido y lo avisó de que se iba a lanzar con su coche, un Citroën Xsara Picasso de color gris oscuro, por el acantilado, con las pequeñas, de 2 y 4 años de edad, en el interior. Y lo hizo. Nada más colgar, colocó el coche en posición y aceleró para arrojarlo hacia el mar. Por suerte, el monovolumen no llegó al agua y quedó volcado sobre las rocas. Los impactos que registró contra las piedras no fueron lo suficientemente fuertes para causar graves daños a las tres ocupantes.

El ex esposo de la joven actuó de inmediato. Nada más recibir la llamada amenazante de su mujer, telefoneó al 091, el número de la Policía Nacional. También llamó a su suegro, el empresario jubilado Julio Soto, para que intentara evitar el suceso. El hombre cogió su coche y se desplazó a toda velocidad hacia el acantilado de Barredo. No llegó por cuestión de unos segundos.

Además, hasta el lugar del suceso se trasladó la Guardia Civil, con competencias en la zona. Así, a través del 062, varias patrullas del cuartel de Bayona se trasladaron con urgencia al lugar, pero ya era tarde para evitar el accidente.

Los agentes se encontraron el vehículo sobre las rocas y bajaron para socorrer a las ocupantes. Lograron retirar del coche a las niñas y la madre logró salir por su propio pie. Los efectivos llamaron entonces a los servicios sanitarios. A las niñas les dieron de alta en seguida pese a las múltiples contusiones. Al parecer, viajaban en sillas homologadas y con los correspondientes cinturones de seguridad, por eso los golpes apenas les causaron daños físicos. Los agentes se vieron obligados a reducir a la madre porque una vez que ya estaba a salvo en la parte de arriba del mirador, persistía en su intento de acabar con su vida y trató de tirarse de nuevo por el acantilado.

Según fuentes cercanas a la investigación, la joven se encuentra en condiciones psicológicas precarias probablemente por la separación de su pareja, con la que comparte la custodia de las pequeñas. El marido se hizo cargo de las niñas.

La magistrada del Juzgado de instrucción número 5 de Vigo decidió ayer prorrogar la detención de la mujer. Ayer acudió a declarar, pero su estado psicológico no era el más adecuado.