Corea del Sur vivió ayer con angustia el escaso progreso de las labores para rescatar a unas 280 personas atrapadas bajo el mar en el buque transbordador "Sewol", hundido en la mañana del miércoles, a las que se da por muertas. Los familiares acusan al Gobierno de gestionar mal el rescate al salvar sólo a 179 pasajeros en dos largas horas de naufragio y levantar falsas esperanzas con datos erróneos durante toda la jornada del miércoles.

Más de 500 buzos trataron sin éxito de penetrar en la nave hundida. Los trabajos quedaron suspendidos por las fuertes corrientes y la nula visibilidad de las aguas sobre el suelo fangoso donde reposa volcado el "Sewol", a 30 metros de profundidad. La dificultad para llevar a cabo el rescate, el largo tiempo transcurrido y la baja temperatura de las aguas desvanecen las esperanzas de hallar supervivientes. Hoy varias grúas marinas tratarán de remontar el transbordador, del que emerge una pequeña porción de la parte delantera del casco. En el barco viajaban 325 estudiantes de bachillerato, de entre 16 y 17 años, y la mayoría de ellos figuran entre los desaparecidos. Los familiares, concentrados en un polideportivo de la cercana ciudad costera de Jindo, recibieron con gritos y protestas al primer ministro, Chung Hong-won, y a la presidenta, Park Geun-hye. "Si hubiera sido tu hijo habrías hecho algo más", increpó al primer ministro uno de los padres. Los rescatados criticaron lo que podría ser una grave negligencia de la tripulación, que les ordenó permanecer en sus asientos en lugar de ponerse a salvo, durante una hora, tras escucharse el estruendo que dio lugar al hundimiento.

El ferry se desvió de la ruta recomendada por el Gobierno entre el puerto de Incheon (noroeste) y la isla de Jeju (sur) e hizo un giro brusco, según informó la Guardia Costera, lo que podría aportar luz sobre las causas de un accidente que mantiene conmocionado al país y en el que han muerto 20 personas, según los datos oficiales disponibles al cierre de esta edición. El capitán del barco reconoció sentirse "avergonzado". El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, trasladó ayer sus condolencias a los familiares y ofreció ayuda militar.