Como Kant, que llevaba una vida tan medida que se dice que los habitantes de Königsberg ponían sus relojes en hora cuando el filósofo salía a dar su paseo vespertino, los futboleros podemos poner nuestros relojes en hora cuando los muy autocríticos aficionados del Real Madrid salen a pasear mientras silban alegres melodías en las gradas del Bernabéu. El Madrid está en crisis, amigos. Como Kant, que salía a pasear todos los días durante una hora (de cinco a seis de la tarde), siempre solo y haciendo el mismo recorrido, los autocríticos madridistas salen de sus casas a dar una vuelta, siempre en las primeras jornadas del campeonato de Liga, solos en la certeza de que cada uno cree que es el único que se da cuenta de la brutal crisis que amenaza al club blanco, y haciendo el mismo recorrido que va del desprecio a los futbolistas que han hecho más grande (enorme, gigantesco) al Madrid en estas últimas temporadas a la exigencia de que el club eche a las llamadas "vacas sagradas" y fiche todo lo que se ponga por delante, desde Hazard a Neymar, Mbappé o la joven estrella brasileña que toque. La vida de Kant, a pesar de las apariencias, no era en absoluto aburrida. Los silbidos de estos madridistas cabreados, sí lo son. Mucho.

Hechos. El Real Madrid ha ganado las tres últimas Ligas de Campeones. Las tres últimas. No la última. Ni las dos últimas. Las tres últimas. En el campeonato de Liga está a siete puntos del líder, que resulta que es el Barça. ¿Preguntamos a los culés si creen que el Madrid ya no es aspirante a ganar la Liga? Vale. En Copa sigue en pie, evidentemente. ¿Y en la Liga de Campeones? Que levante la mano el futbolero que piense que el Manchester City, la Juve, el Bayern de Múnich o el mismísimo Barça tienen más opciones de proclamarse campeones de Europa en el estadio Metropolitano que el Madrid. ¿A ver?? ¿A ver?? No veo muchas manos levantadas. Ya me parecía a mí. Sergio Ramos ya no vale para liderar la defensa (y el ataque, si se me permite recordarlo) del Madrid. De acuerdo. ¿Qué futbolistas podrían rendir mejor en el puesto de Ramos que el mismo Ramos? ¿Cuántos nombres tendría esa lista? ¿Dos? ¿Uno? ¿Quizás ninguno? El Madrid puede que esté en crisis de elegancia, de saber estar, de paciencia, de prudencia, de estilo. Hasta puede que el Madrid esté en crisis de Florentino. Pero de ahí a los pitos en el Bernabéu? En fin.

No hay nada que hacer. Kant seguiría con su paseo aunque lloviera (su criado Lampe le seguía a una distancia prudente llevando un paraguas), y los que aseguran que el Madrid ¡tricampeón de Europa! y a siete ridículos puntos del Barça es un desastre seguirán silbando al equipo aunque gane dos o tres partidos seguidos. Y así hasta el título (de Liga, de Copa o de Liga de Campeones) final. Es la célebre paradoja de montón de Eubulides. Un montón de granos de arena seguirá siendo un montón aunque sólo tenga un grano, a condición de que retiremos los granos uno a uno. Si el montón de arena tiene cien mil granos, es un montón. Con un grano menos, también lo es. Y con otro menos. Y con otro. Y con otro. Así hasta que el montón de granos de arena sólo tenga un grano de arena. Los argumentos apocalípticos que encienden la grada del Bernabéu forman un buen montón, pero se pueden ir desmontando uno a uno (cualquier culé lo puede hacer, porque nadie mejor que un culé para entender la grandeza de su eterno rival) hasta que sólo quede uno. Y ese uno es: ¿por qué te fuiste Ronaldo? ¿Por qué? Es un solo grano. Pero también es un montón. Y así, agarrados de la mano, el madridista cabreado y el filósofo Kant salen a pasear durante una hora o, lo que es lo mismo, el tiempo que tardará el Madrid en volver a aterrorizar a sus rivales y silenciar los silbidos en el Bernabéu.