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Profesor de Geografía e Historia

2019 para Asturias

El izquierdismo, lastre económico para España, autonomías y habitantes

Se abre el año entre la desaceleración económica, la inestabilidad política y el desafío separatista catalán en el contexto español. La minería del carbón española echa el cierre en 2019. Si en 1990 se empleaban en el sector 45.000 trabajadores, que extraían 30 millones de toneladas, en 2018 apenas quedaban 2.000 que extraían 3 millones. Ello se debe a la normativa europea para las explotaciones no competitivas que podrían recibir subvenciones para cubrir las pérdidas de la producción. Para la economía asturiana los diferentes organismos de análisis apuntan a una desaceleración mayor, crecimiento para 2018 del 2,6% y del 2% para este año, con fuerte retroceso demográfico, energético e industrial, en un entorno de infraestructuras sin culminar, transición energética precipitada, el aumento del precio de la luz industrial y la caída de demanda de acero para la automoción. E incertidumbres internacionales: riesgos de incremento de las políticas proteccionistas, vaivenes bursátiles, "Brexit" loco, o la competencia asiática.

Al perro flaco todo son pulgas. En semanas pasadas el gigante siderúrgico Arcelor-Mittal anunció un ERE para el primer trimestre de 2019, suma al esperado fin de la minería del carbón, también la decisión de Iberdrola de cerrar la central térmica de Lada, en Langreo, y el gran retroceso en el tonelaje a mover en el puerto del Musel e ingresos correspondientes. No hay crisis económica general, salvo las dictaduras izquierdistas anti mercado, pues los USA, Japón o Alemania se acercan al pleno empleo. El crecimiento mundial será en torno al 4% (Etiopía 8%, India, 7%...). Con unos partidos de izquierdas asturianos que, además de insistir en torpedear el crecimiento económico y del empleo (¿para boicotear la prosperidad capitalista?), lo que les preocupa es aumentar impuestos para repartir subsidios improductivos, e imponer el asturianu porque lleva varios siglos dejando de hablarse. Luego con llamar fascista a quien piensa distinto y echar la culpa al neoliberalismo ya se creen guays.

La gran contradicción de las izquierdas, que están desapareciendo electoralmente en casi toda Europa en las últimas décadas, es que no se puede ser a la vez anti sistema y buen gestor del sistema. Si se está en contra de todas las centrales eléctricas, el carbón porque contamina, la eólica porque alambra el paisaje, la nuclear porque es radioactiva, el gas natural porque es inflamable, la hidroeléctrica porque necesita líneas de alta tensión, ¿de dónde sacamos la energía para nuestras fábricas, nuestros electrodomésticos y nuestros vehículos eléctricos? No saben con qué color protesta quedarse. El rojo ha sido un fracaso económico y político, el verde resulta que es en la Europa capitalista donde más se cuida, el morado feminista se escandaliza por los 50 homicidios de género anuales en España (¿qué opinan de los 20.000 homicidios anuales en el país del Socialismo del siglo XXI?); tendrán que sacar otro color anti sistema para hacer demagogia con las pensiones: En la Ucrania post comunista, 200 euros al mes.

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