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El entusiasmo de Miguel Ángel Caldevilla

Tras el fallecimiento del gran conocedor de la Universidad Laboral

Era de esas personas que se dejaban querer. Siempre animado y dispuesto, Miguel Ángel Caldevilla Fernández abandonó esta vida de manera súbita, sin apenas mediar palabra. Un absurdo accidente doméstico truncó para siempre sus proyectos y múltiples acciones en su intensa labor cotidiana. Era un entusiasta total y disfrutador con estilo de las buenas cosas que la vida ofrece.

En su profesión como docente en Formación Profesional realizó un ingente trabajo de investigación y mejora de esta disciplina tan necesaria en la preparación de las jóvenes generaciones y especialmente para forjar una Asturias más formativa en ese campo del aprendizaje laboral.

Miguel Ángel demostró en su profesión su gran hacer por elevar y darle categoría a la F.P. Y allí, en los diferentes institutos de Enseñanza Media de la región, donde desarrolló su esmerada y eficiente docencia, demostró con creces sus lógicas iniciativas y su enorme voluntad para concitar apoyos.

Toda esta base de esfuerzo y entendimiento la adquirió en sus años mozos en la Universidad Laboral de Gijón. Ese estupendo centro docente y técnico donde los padres Jesuitas dejaron huella e impronta en miles de alumnos de toda España, destacando la mayoría en sus profesiones técnicas y mecánicas. Miguel Ángel Caldevilla fue un alumno destacado y querido en su etapa de educando. Años más tarde, puso en marcha junto a otros compañeros la Asociación de Antiguos Alumnos de la Universidad Laboral, donde ejerció de secretario y factótum de un colectivo animado y cargado de innumerables actividades culturales y recreativas con su revista "La Torre" como vehículo canalizador de iniciativas.

Lo importante de esta persona amiga fue su formación humana, su talante abierto y desenfadado, su cultura, sus libros, junto a su locuacidad, con un verbo próximo y certero. En este aspecto siempre me recordó a mi hermano Gonzalo, también fallecido a edad temprana y formado en el colegio de los Dominicos de Oviedo. Una semejanza que suponía una remembranza para mi ánimo. Esa manera de ser de Miguel Ángel Caldevilla le hizo acreedor de muchas amistades diversas en todos los ámbitos de la sociedad asturiana. Siempre estaba predispuesto a ayudar a sus próximos. Así lo hacía con el conjunto "Biorritmos" o el grupo musical aficionado "Mascle", donde su mujer, Margarita Collado, y Miguel Ángel De Diego coordinaban con sapiencia y estilo a varios amigos del canto y la música melódica. Ahí estaba Miguel Ángel Caldevilla, en la parte logística y de entretenimiento para que todo saliera en perfecto estado de revista. Lo comprobé en múltiples ocasiones.

Los recuerdos se agolpan en mi mente y la pena e impotencia me embargan. Una ausencia difícil de sobrellevar porque personas de esta manera de ser son las que se necesitan para que la comunidad vaya por el buen camino y todo fluya mejor. La vida es un continuo transformarse y así era la senda existencial de este hombre de altura de miras y con las ideas claras como sus ancestros de la oriental Ribadedeva y su pueblo natal, Noriega.

Seguro que desde esos Campos Elíseos, donde estarás gozoso y feliz, nos enviarás paz, afecto y amor para seguir bregando por este mundo complejo y extraño. Te has ido en el mejor vivir como esos héroes de la historia clásica. Y a los de aquí, tus cercanos, se han quedado huérfanos eternamente. ¡Es la vida! A Margarita y a tus hijos el abrazo fraternal. Y lo más edificante: un hombre bueno que vivió conforme a sus ideales. Y es que cuando un amigo se va... Cierre final en unas exequias emotivas y ahítas de profundo sentimiento.

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