Oviedo, Eduardo GALÁN

Recientemente, el cómico Jon Stewart declaraba: «Normalmente, cuando ves a un hombre negro como presidente, un asteroide está a punto de impactar contra la Estatua de la Libertad». Eso era en Deep impact, justo antes de 24, esa serie de la Fox en la que el agente Jack Bauer (Kiefer Sutherland) salva el mundo occidental cualquier día, a cualquier hora y las veces que lo necesite. En un trabajo de esa calaña, uno no suele estar solo. Sin el apoyo del presidente de los USA, el «afroamericano» David Palmer, Bauer pintaría muy poco. El demócrata que interpreta Dennis Haysbert se presenta ante el americano medio como un ser humano honesto, digno y firme frente a los dubitativos (y traicioneros) asesores caucásicos que le rodean. Su muerte en el primer capítulo de la quinta temporada fue un trago muy amargo para los fans de la serie, que refuerza la figura de un líder negro (lejano de Mandela) en el que incluso los habitantes de Kansas podrían confiar.

Pero David Palmer no fue el primero. Sammy Davis guarda ese honor en el corto musical de 1933 titulado Rufus Jones for president y dirigido por Roy Mack (disponible en youtube.com). A sus ocho años, Davis Jr. debutó con la historia de un niño pobre al que su madre imagina en la Presidencia de los EE UU mientras le acuna. Irrelevante en lo fílmico e inocua en lo político (exclusivamente pone en pantalla las expectativas de una madre), «Rufus Jones for president» se conserva por su interés sociológico. El espectador norteamericano buscaba evadirse de la Depresión y el Séptimo Arte le ofrecía lo que quería: canciones, bailes y finales felices. Además, una rareza musical: contiene la primera canción de Sammy Davis en cine, «You Rascal You (I'll Be Glad When You're Dead)».

Pasarían treinta y nueve años para que un «hermano» alcanzase la Casa Blanca de cartón piedra a edad de merecer. The Man (1972) de Joseph Sargent, se considera el inicio de la saga de presidentes negros de EE UU en el cine: Douglas Dillman (James Earl Jones), líder del Senado, ocupa ese puesto porque los dos máximos dirigentes del país han sido asesinados. En plenos setenta, los guionistas utilizaron esta sátira con el objetivo de reflejar la dificultad de que un hecho así ocurriese. A partir de entonces, caminando junto al fin de la segregación racial, empiezan a germinar los «black presidents». Unos, salvándonos del horror apocalíptico: Morgan Freeman en el papel de Tom Beck en la «disaster movie» Deep impact (1998). Otros, imitando a Capra a bandazos: Chris Rock en De incompetente a presidente (2003). Pocos, a lo bizarro: Little Richard de mandamás «reinona» en El pepinillo (1993). La mayor parte, lógicamente, en ciencia ficción: el pre sidente Lindbergh de El quinto elemento (1997) o el gobernante-»wrestler» de Idiocracia (2004). Aunque dentro de estos presidentes no deberíamos permitir escapar a un ejemplo patrio y transgresor: el lendakari negro de Airbag.

Ahora que el cine ha predicho la ocupación de la Casa Blanca por parte de un negro, al Séptimo Arte únicamente le queda explorar el infinito y más allá. En Sra. Presidenta, la actriz Geena Davis (»Thelma y Louise») da vida a Mackenzie Allen, la primera mujer presidenta de la historia de los Estados Unidos, un cargo al que accede tras fallecer el anterior cabeza de cartel, «Teddy» Bridges. No acaban los casos extraños: en Bienvenido Mr. Chance (1979), un discapacitado (Peter Sellers) llega (o, al menos, está en el camino) al despacho Oval cuando un grupo de empresarios decide que él sería su candidato perfecto. Más cercano a la realidad se halla el hispano Matt Santos (Jimmy Smits), prometedor demócrata reflejado en El ala oeste de la Casa Blanca y que sustituye en el cargo a Jed Bartlett (Martin Sheen, paradójicamente, un hispano). Eso sí, si tuviésemos que elegir a un futurible, no seguiríamos la profecía de Tim Burton. En el epílogo de El planeta de los simios, Mark Walhberg se encuentra acorralado por la policía simiesca enfrente del Capitolio. Sin escapatoria, la cámara sube y descubre ¿nuestro? porvenir: en lugar de la estatua de Lincoln, un enorme mono barbudo preside la existencia de los EE UU.

Dennis Haysbert, porte presidencial en «24».