Fue uno de los pasos más polémicos de Chicote por un establecimiento. Y no por lo famoso o conocido del establecimiento: una cafetería en Zamora. Más bien fue polémico por lo que pasó luego. El Café Zamora (situado en la capital del mismo nombre), fue uno de los más de 20 que demandaron al programa Pesadilla en la Cocina acusando a Chicote y a todo su equipo de hacer un montaje con el que pretendían sumar audiencia más que ofrecer una solución a un establecimiento de hostelería en problemas como era el caso.

El famoso cocinero que acudió al rescate de este local (uno de los fundadores de la asociación de afectados por Pesadilla en la cocina), decidió dejarlo por imposible hasta que su dueña reaccionó y decidió afrontar un cambio tanto en la gestión como en los platos. Pero ¿hasta donde llegó el cambio? Y sobre todo ¿fue efectivo? Pues hay opiniones para todos los gustos si se busca en las webs en las que los clientes de los establecimientos de hostelería dejan sus opiniones. Eso sí, si de algo puede presumir este local es de ser uno de los pocos que siguen abiertos tras el paso de Pesadilla en la Cocina. Dicen las estadísticas “oficiales” que sólo resisten tres de cada diez locales. Uno de ellos este de Zamora.

Lo que más destacan los clientes del local es su ubicación. “Poder comer algo al aire libre en la plaza es lo mejor, el menú nada del otro mundo”, aseguraba un cliente turista que visitó el local en las últimas horas. A partir de ahí las opiniones se dividen en lo que se refiere al local. “Que pena que no he mirado antes las opiniones. Las miré después y me entró la risa. Tres personas hemos pagado 50 euros y lo único que me gustó fueron las patatas fritas, que pena da, me siento engañada”, afirmaba una clienta. “Hemos pedido un menú de picoteo y por sólo 20 euros hemos cenado dos personas y todo muy bien. Servicio súper rápido y terraza estupenda, más no se puede pedir”, afirma otro cliente (también turista) en una de las pocas opiniones positivas que se pueden encontrar en la web más conocida en la que se valoran bares y restaurantes.

“Hemos comido varios amigos. La mitad del menú estaba agotado. Tan sólo se salvaban las patatas fritas. Lo mejor era el agua”, resume otra persona. “Comida mala y en malas condiciones. Intentan ocultarlo con el adobo de ajo. Se come fatal y se pasa frío. No volveré nunca”, cierra el debate otro.