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Ni las nubes ni la lluvia, ni tan siquiera el partido de la selección fueron capaces de quitarle el protagonismo a David Bisbal en la tarde-noche de ayer. En las primeras horas de la tarde los incondicionales del almeriense esperaban impacientes a que las puertas de la plaza de toros abriesen. Los fans, llegados de toda la Península, pasaron las horas de espera tarareando las canciones que confiaban escuchar en el concierto, como «Esclavo de sus besos», «Dígale», «Torre de Babel» o «24 horas», e incluso las viejas canciones del Bisbal de «Operación triunfo». Y no faltaron la bandera de España y el «Seremos grandes, seremos fuertes», que Daniel Díaz Reyes y sus amigos corearon para animar a la selección, «a la que no veremos jugar, pero no importa, porque llevamos aquí desde las nueve de la mañana para ver el magnetismo de Bisbal».

Los más atrevidos llegaron a lo largo de la noche del viernes. «He venido temprano para que nadie me quitase la oportunidad de ver a Bisbal desde la primera fila», comentaba Sonia González, que llegó desde Valladolid pasadas las once de la noche del viernes. «Ya ni me acuerdo a cuántos de sus conciertos he ido, creo que con éste van quince», añadía la vallisoletana.

Pero hubo quien llegó incluso más temprano. Lara Fra y Andrea García, de Gijón, acamparon a las puertas de la plaza de toros pasadas las ocho de la tarde del viernes, y «casi estamos sin dormir», decían. «Hemos pasado una noche muy entretenida: cantamos, hablamos», explicó Lara, «y hasta fuimos a un karaoke aquí cerca, porque como casi no había gente, acutamos el sitio».

Caras pintadas, camisetas con dibujos hechos a mano y pancartas fueron el arsenal de las fans más incondicionales. «Hemos creado una especie de club no oficial de fans de Bisbal», contaba Libi Suárez, «nos llamamos las Ultragirls del Fondo Norte y hemos traído sujetadores con nuestros nombres para lanzarlos al escenario». Todos los fans coincidían en que la lluvia no importaba si podían ver los rizos del almeriense, escuchar su voz y verlo bailar.