Hacer balance de una feria taurina siempre es difícil. Resulta complicado elegir la mejor faena pero de eso se encargan las peñas de la ciudad, que dan ejemplo de buenos aficionados. La respuesta de público ha reforzado la afición taurina en Asturias pese a la crisis. Puede considerarse que las más de nueve mil personas del día grande responden con creces al grupo irrespetuoso que amenazaba a las puertas del coso el día 15.

Por Gijón han pasado las máximas figuras del toreo casi al completo. Con mayor o menor suerte han dejado sello de su manera de entender el arte de los toros y han posado sobre el ruedo una muestra del concepto que les mantiene como la cabeza del toreo actual.

Las mejores faena del abono han llevado la firma de El Juli, Morante de la Puebla, Uceda Leal, Daniel Luque, José Mari Manzanares... Ellos han sabido exprimir al máximo sus toros para hacer que Gijón pida que repitan el año que viene y recuerden sus obras durante mucho tiempo.

Julián López, «El Juli», aterrizó en Gijón tras triunfar en todas las ferias previas a Begoña. Ningún torero ha aguantado el tirón en todas las ferias. Aquí puso sobre la mesa, bueno, el ruedo, sus cartas. Cortó dos orejas al sexto de la tarde en una actuación sublime. Al natural y a derechas se movió el toro y la calidad iba en aumento. No es sólo la faena. Es, sobre todo, la rabia torera tras pinchar a su primero la que le llevó a ir a por todas en el que cerraba festejo. No hay que olvidar la lección de maestro del toreo que dio con el primero de su lote. Un toro bueno por el pitón izquierdo que no iba ni a tiros por la mano diestra. El Juli dio una lección de toreo, sometió al toro en los remates de cada tanda por ese lado y consiguió que el toro acudiera por el derecho.

El arte tuvo a su representante más fiel en El Bibio. Morante de la Puebla toreó a la verónica de forma sensacional al toro de su vuelta a tierras asturianas. Media docena de verónicas ceñidas con aroma especial y personal. El de la Puebla dota a sus faenas de un sentimiento y una pureza que penetran en el espectador. También tiene la versión de matar a su oponente al tercer pase si ve que no puede demostrar su concepto. Hay que dejar claro, para entender a Morante, que el toreo no es otra cosa que la expresión de los sentimientos de una persona representados ante un animal mediante un trozo de tela. Se torea como se es. Morante también dejó destellos muy artistas al natural en una tanda de mano baja. No fue el único en tocar las teclas del toreo al natural. La mano izquierda de Uceda Leal le hizo sombra.

José Ignacio regresó a Gijón por partida doble. La primera tarde mediante una sustitución en la que apenas pudo hacer nada ante el mal juego de los toros. Tan sólo dos estocadas, que no es poco, en todo lo alto.

Lo mejor estaba por llegar. Fue alternando con Morante y Perera. Sorteó un toro noble y con un buen pitón izquierdo que ya desde el primer lance le hicieron salir a por todas. Necesitaba triunfar porque tiene la mala suerte de parecer frío y tardar en conectar con los tendidos. La buena faena por el pitón izquierdo dejó momentos sensacionales. Naturales largos y profundos. Con mucha verdad y con mucho sentimiento. Uceda Leal formó un lío toreando al natural.

Es uno de los que mejor matan del escalafón, el as de espadas, revienta a los toros con una gran facilidad. No es el único, sus estocadas están en competencia con las de Manzanares, otro que tiene cogido el sitio a los aceros.