El Sella celebró su edición número 78 y aquí se muestran otros tanto selleros, uno por cada año en que se ha celebrado la gran fiesta de las Piraguas. Todos ellos -tantos además como concejos hay en Asturias- son una buena muestra de la multitud que ayer se movió entre Arriondas y Ribadesella siguiendo a los palistas.
El día amaneció nublado y gris en toda Asturias, excepto en Arriondas, donde cientos de personas salieron a la calle, vestidas de mil colores, a celebrar uno de los acontecimientos más importantes del verano asturiano: el Descenso del Sella. Muchos continuaron con la fiesta que habían comenzado la noche anterior, pero fueron más los que se sumaron a lo largo de la mañana, a medida que los tritones del Sella iban acumulándose por las calles de la villa parraguesa. Cada uno a su manera y todos en las Piraguas.
Reyes, piragüistas y cabezudos empezaron a llenar Arriondas junto a otros personajes, que se rodearon de gente de todas las edades, cuya única intención era pasarlo bien y disfrutar de la fiesta.
Cada sellero le da a la fiesta su toque personal y, además de los colgantes y la montera picona, muchos acudieron disfrazados con atuendos originales que destacaban entre las manadas de tritones y los falsos piragüistas que celebraron un pequeño descenso en el asfalto. Muchos selleros iban del mismo color, como identificación de la peña a la que pertenecen, pero también los hubo que prefirieron mostrar su originalidad a través de disfraces como el de barril, que Luis Nuño paseó durante el desfile, ante las miradas de los curiosos.
Hombres vestidos de mariquitas, conejitos o cuélebres se dejaron ver también por las calles de Arriondas entre capitanes de barco, popeyes, y gente varia con ganas de folixa, pero que decidió vestir un atuendo más cómodo y tradicional, como la camiseta del Descenso.