Les voy a contar una experiencia personal. Es una cosa que me pasó hace un año, pero que no he conseguido olvidar. Corría un mes de julio tan caluroso como éste. Mientras el país se dividía entre los que buscaban la sombra y los que preferían el sol, la Policía Nacional desarticulaba un foco de venta de droga situado en la calle Pablo Iglesias de Gijón. En aquella operación, se incautaron 42 kilos de hachís y la noticia se contó tanto en la edición impresa como en la digital de este diario. A día de hoy, las 40 líneas que utilizamos para narrar lo sucedido siguen dando que hablar en internet. Más de 27.000 personas han compartido el enlace de la noticia en Facebook. No es que desde Madrid o Murcia estén muy interesados en saber dónde se mueve "el tema" en Gijón. Al contrario. La economía periodística nos llevó a poner en el titular que la Policía había incautado 42 kilos de hachís "en un after de Pablo Iglesias" y, a pesar de que "más acá" de Pajares, se entendió lo que queríamos decir perfectamente, en las zonas donde más apretaba el calor se nos acusó de atacar al líder de Podemos con un titular malintencionado. De aquella polémica me quedo con dos reflexiones. La primera llegó desde Asturias. A una amiga le llegó un mensaje en el que un conocido le enviaba la noticia. "Vaya cómo manipulan los periódicos de tu tierra", le decían. Le tuve que explicar lo sucedido. El otro momentazo llegó de un tuitero que quería ir más allá y se preguntaba si "es normal que ya le hayan dado una calle en Gijón" al líder de Podemos. Cómo son estos "Pablibers".
