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ROSA MONTERO | Escritora y periodista, presenta su novela "El peso del corazón"

"Vivimos un momento maravilloso para la literatura, de libertad"

"No se puede votar al PP o al PSOE y Podemos cae en el error de la chulería"

Rosa Montero. ÁNGEL GONZÁLEZ

A Rosa Montero (Madrid, 1951) le gusta la "Semana negra". Quizás porque el festival cultiva el mestizaje de géneros literarios, que es lo que practica la escritora. Locuaz, regresó ayer a Gijón, donde presentó su última novela, "El peso del corazón" (Seix Barral). Es el regreso de la veterana periodista a la ciencia-ficción (y a más cosas, claro). Y de la mano de Bruna Husky, un personaje a su medida.

-Ha dicho, a propósito de sus libros de ciencia-ficción, que en España hay un prejuicio hacia este tipo de literatura.

-Tengo varias teorías e ideas. En España ha habido una tradición literaria realista muy fuerte y sólo ahora empiezan a entrar los géneros relacionados con lo fantástico. El pobre Álvaro Cunqueiro, que era un escritor absolutamente maravilloso, estuvo postergado porque hacía literatura fantástica en una época de realismo crudo. Por fortuna, todo eso está desapareciendo. A ese prejuicio se une otro, el de nuestra tradición acientífica. Somos un país espantosamente anticientífico. En el siglo XVIII todas las universidades importantes estaban regidas por la Iglesia y militaban contra la ciencia. Mientras Newton revolucionaba el mundo, nosotros seguíamos sin tener cátedras de ciencias. En la misma Salamanca se decía, creo, que la ciencia era cosa del demonio. Y le recuerdo que Unamuno, uno de los grandes de nuestra cultura, dijo despreciativamente aquello de "que inventen ellos".

-Para provocar...

-Yo creo que no. En fin, terrible.

-Usted practica géneros considerados populares...

-A mí me interesa todo. Creo que estamos en un momento de la literatura maravilloso, con una libertad tremenda. Y ha sido gracias a los escritores anteriores que han demolido las paredes. Ahora podemos hacer lo que nos da la gana; quiero decir: mezclar los géneros, utilizar todos los recursos, meter al narrador en la autoficción... Se han roto todas las convenciones. En el XIX hubo grandes novelones, pero constreñidos por las convenciones.

-¿Y qué le atrae de la ciencia-ficción?

-Sí, no hay apenas nada. Siempre me ha gustado mucho porque considero que es una herramienta metafórica muy poderosa para hablar de la condición humana. Te permite una creación mítica. Puedes inventar grandes cuentos con los que intentar explicar lo que somos. Y tiene, al igual que la novela negra, una gran capacidad para insertar el relato social.

-En "El peso del corazón" mezcla de hecho varios géneros.

-Sí, mezclo de todo. Por un lado, es una novela futurista...

-Plantea una distopía...

-Para mí no es una distopía, es una novela realista. "Lágrimas en la lluvia" y esta última son las novelas más realistas que he escrito. Es un mundo equiparable con el de ahora, con sus cosas buenas y malas, nada distópico o catastrófico. Yo diría que nuestro mundo es peor. Pero sí, es también una novela negra, política, de amor, existencial, metaficcional... Lo que decía: uso todos los ingredientes. Y es maravilloso porque te permite una amplitud para intentar contar lo de siempre: las obsesiones de cada uno. Se trata de encontrar una nueva forma, más profunda, exacta y bella, de contártelo a ti mismo. No escribo para explicar nada, sino para aprender.

-¿Qué tiene de usted el personaje de Bruna Husky?

-Muchísimo. Es el personaje que más me gusta: está vivo, patalea, tiene una fuerza arrolladora. Y, además, es el más cercano a mí en lo profundo, no obviamente en lo superficial. Pongo un ejemplo: su obsesión por el paso del tiempo. Soy una persona más obsesionada que la media con el paso del tiempo y la muerte. Lo digo en "La loca de la casa", que los novelistas somos personas muy obsesionadas con el tiempo. Quizás escribimos por eso, contra la muerte.

-¿Escribe contra la muerte?

-Todos escribimos contra la muerte, contra el dolor y la muerte, para intentar dar un sentido. Todo lo que hacemos los humanos es contra la muerte, seamos conscientes o no. Con diez años ya pensaba que todo se pasa muy rápido. Esa obsesión te da una conciencia muy aguda, por otra parte, de la vida, que es lo que le pasa también a Bruna y es algo que comparto con ella. Se come la vida a bocados.

-¿En qué medida Philip K. Dick y su novela "Sueñan los androides...", así como la posterior película "Blade Runner" (de Ridley Scott), han influido en su dos obras de ciencia-ficción?

-Poquísimo. En "Lágrimas en la lluvia" lo puse en el título. Lo que hice fue tomar un mito contemporáneo, inventado por Philip K. Dick, que es el del androide. Vive poco, no puede olvidarse de que es mortal.

-Ahí hay una preocupación metafísica compartida...

-Sí, ese mito unido a la memoria artificial como metáfora de la poca fiabilidad de nuestra memoria. Yo siempre he dicho que nuestra memoria es una construcción de la imaginación, un cuento que nos contamos. ¿Por qué he revisado ese mito? Pues, porque la muerte y la memoria están en todas mis novelas. Fuera de eso, que es mucho, no tiene nada que ver.

-Me sorprende su enorme capacidad como escritora para ir de un resgistro a otro.

-Esa plasticidad es, creo, la escritura de los tiempos. Decía Isaiah Berlín que hay dos tipos de escritores: el erizo, que se enrosca sobre sí mismo y escribe siempre la misma novela, caso de Proust o de Javier Marías, y el zorro, que va caminando en busca de nuevos horizontes. Soy del segundo tipo. Me gusta escribir desde las fronteras y buscando los retos de las nuevas miradas.

-Usted se define a sí misma como una "escritora orgánica"...

-Sí, empecé a escribir con cinco años. Lo sé porque mi madre guardó aquellos cuentos y los fechó. Desde que me recuerdo como persona, me veo escribiendo. No es que quisiera escribir, es que siempre he escrito. Es como respirar, algo orgánico; forma parte de mi estructura. No sé vivir sin escribir.

-Periodista también de larga trayectoria, ¿cómo ve el oficio?

-Lo que está fatal es el cambio de modelo de mercado. La profesión pasa por dos crisis, la económica y la de su modelo. Todavía no se ha encontrado la manera de sacar dinero de los digitales. Desaparecen cabeceras por todas partes o se reducen de manera salvaje las plantillas, con lo que los periodistas hacen siete veces su trabajo. Así no se puede hacer buen periodismo.

-Ha sido crítica con Podemos.

-Han capitalizado bien las críticas sociales y dado esperanzas a mucha gente que se había salido del sistema. Pero es que, antes de llegar al poder, están cayendo en todos los errores de los partidos tradicionales: falta de transparencia, no responder, una chulería... La manera con que dieron solución a la crisis por el asunto de Monedero fue vergonzosa. He votado a Manuela Carmena, pero a ellos solos no creo que los vote; igual si van en coaliciones.

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