Quien va al Carmín de la Pola, bebe. Y, además, a asgaya. La sidra, el calimocho y la cerveza no fallaron ayer en el Carmín de la Pola, uno de los mayores botellones del verano astur. La entrada en vigor, el pasado mes de mayo, de una ley que prohibe el consumo de alcohol a menores de 18 años, no impidió que los romeros más jóvenes combatiesen el intenso calor con culinos de sidra y cubatas. "En fiestas como estas es imposible que nos puedan controlar", afirma Mario, de 17 años y vecino de Laviana. Él y sus colegas -todos menores de edad- beben con total naturalidad vodka y "mocho".

"La ley no sirve para nada, porque cuanto más nos prohiban beber, más vamos a beber. Parece que siempre nos llama la atención lo que no está permitido", aseguran tres chavales del grupo, Sergio, Ainoa y Andrea. Como ellos opinan el resto de jóvenes. "Siempre que nos controlemos, no entiendo por qué no podemos beber nada. También hay menores responsables", sostiene Pablo, de la peña Faes de Valdesoto, empapado en caldo asturiano. "Hay que disfrutar", apunta su compañero Noel, que ayer cumplía precisamente 17 años. Para celebrarlo, unos cuantos brindis al sol. "Luego, en los bares, me pasaré a chupitos", agregaba.

Esa es otra, los bares. Según comenta Nicol, de la pandilla Fiesters de Gijón, en los pubs no hacen ningún tipo de control. "Si queremos beber, lo hacemos. Sólo tenemos que pedirle las copas a un amigo mayor", expresa la joven. "Yo creo que les sale más rentable vendernos el alcohol y pagar una multa. De hecho, en muchos locales si dices que te faltan sólo unos meses para cumplir los 18, te dejan pasar. Y ni te piden el carné ni nada", indica la ovetense Andrea.

Por su parte, los veteranos de la fiesta no ven con malos ojos que los chavales se den una alegría de vez en cuando con sabor a alcohol. "Están en la edad, son jóvenes y tienen que divertirse", señalan Esperanza Vega y Marisa Suárez, fieles a la gran fiesta de La Pola desde hace más de 60 años.