Humor, música y números espectaculares se unen en una danza acrobática que desafía la ley de la gravedad en la noche gijonesa. La compañía norteamericana "Diavolo" llegó ayer al Teatro Jovellanos, en su única escala en España, para presentar "Architecture in Motion", una mezcla de circo, danzas acrobáticas y mucho humor.

La compañía, fundada en Los Ángeles en 1992, está dirigida por el coreógrafo francés Jacques Heim, quien trabajó para "El Circo del Sol" entre otros, y cuenta con bailarines, gimnastas, atletas y todo tipo de artistas. El show aún podrá disfrutarse durante este fin de semana, con una función hoy sábado y otra mañana domingo, ambas a las 19:00 horas.

El espectáculo está formado por seis hombres y seis mujeres, con un mínimo de 10 artistas sobre el escenario y unas estructuras que forman el atrezo que son parte esencial del mismo. En algunas ocasiones es un rueda gigante, en otras un bote, pero en cada uno de los números los bailarines se entremezclan con la arquitectura, difuminando los límites con esta y llegando a volar hasta a 12 metros de altura sobre el escenario.

La función se divide en cuatro actos. El primero de ellos es de inspiración militar, donde los protagonistas trabajan en conjunto y también unos contra otros para proteger el más íntimo sentido de libertad. El segundo es un dueto romántico que representa seis años de relación en 6 minutos, mientras que el tercero explora la relación entre el ser humano y la evolución de la innovación a través del descubrimiento de la rueda. El último y más largo, de unos 30 minutos de duración, mantiene a sus intérpretes luchando para encontrar su equilibrio en un viaje de destino y destinación, a la vez que muestra la trascendencia del alma humana frente a todas las posibilidades.

Heim define su trabajo como "arquitectura en movimiento", ya que está basado en la interacción del cuerpo humano con el espacio arquitectónico, y en cómo este nos influye, no solo de forma emocional, sino también social y físicamente. "Los bailarines se convierten en una prolongación del espacio arquitectónico, se convierten en algo frágil, vulnerable y poderoso. Los dos conceptos, cuerpos humanos y espacios arquitectónicos trabajan juntos, se mezclan, y por eso yo no me veo como un coreógrafo, sino como un arquitecto del movimiento", asegura.

La función, de carácter abstracto ya que no sigue una narrativa, trata temas como la lucha humana, el caos, el orden, el peligro, la supervivencia, la libertad, el destino, la fé o el amor. El vocabulario que utiliza para ello es una fusión de danza moderna, movimientos cotidianos, ballet, gimnasia y artes marciales. Pero, según afirma su director artístico, "lo que resulta más emocionante de los bailarines de Diavolo es que no son solo intérpretes, sino que también son creadores, ya que cada uno tiene su propia forma de moverse y de expresarse".

La representación en sí, que dura poco más de una hora, conlleva ensayos diarios -una rutina que también se siguió en Gijón- desde 8 hasta 12 horas al día, y tardó unos 6 meses en presentarse al público. Hasta el momento, Estados Unidos, Alemania y ahora Gijón son algunos de los afortunados que pueden disfrutar en vivo de sus llamativos números. Una experiencia vertiginosa para las noches del verano gijonés.