Desde bien temprano, Navia fue ayer un río de fiesta, diversión y buen ambiente. Y es que el Descenso Internacional a Nado de la ría es mucho más que una competición deportiva: es tradición, es folclore, es amistad. Es la fiesta de la natación con mayúsculas, y en Navia saben cómo celebrarla. Centenares de personas participaron en el desfile de los nadadores de por la mañana, y miles de espectadores se agolparon en las calles de la villa para seguir tanto la prueba deportiva a través de pantallas gigantes como la gran cabalgata de carrozas que cada año anima la cita, y que siempre va a acompañada de grupos de danza y baile, bandas de gaitas y charangas.

"Hay muy buen ambiente y la gente es muy acogedora. Es una visita imprescindible; es mi primer año y no tengo dudas de que repetiré", asegura Irene Aguerri, de Zaragoza aunque residente en Madrid. Ha llegado hasta Navia para acompañar a un grupo de amigos que se lanzarán a la ría y no ha dejado escapar detalle. "La ofrenda a la Virgen de la Barca en la iglesia es muy emocionante, es un gesto muy emotivo y de hermandad", destaca. El intenso sol de verano no fue impedimento para que los asistentes a la cita abarrotasen las calles, llenando de color y de ambiente el corazón de la villa. No en vano, la fiesta está catalogada como de Interés turístico nacional, y no deja de crecer año tras año. El casi millar de nadadores que se lanzaron a la ría estuvieron muy arropados desde las orillas por familiares, amigos, entregadores y compañeros.

Desde todos los puntos de España se acercan equipos enteros. Es el caso del Club Natación Vigo Rías Baizas, que desplazó a un nutrido grupo de personas hasta el occidente asturiano. "Llevo viniendo a la prueba cuatro años. La verdad es que da gusto acercarse hasta aquí", dice Adrián Bouza, que se reconoce prendado de la cita. "El primer año que vine me enamoré, y llevo repitiendo estos cuatro años. La gente es muy hospitalaria, el ambiente es inmejorable, y la ría es espectacular", alaba.

Más de un centenar de voluntarios han trabajado muy duro para sacar la cita adelante, y de eso, del esfuerzo, no se libra nadie. Ni siquiera la reina y sus damas del Descenso, que han tenido que decorar la carroza con la que brillaron durante su recorrido.