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Camín Real de La Mesa: Teverga y Somiedo

Una senda con mucha historia

"Es la etapa más representativa", afirma Pepe Monteserín sobre el primer tramo del Camín Real de La Mesa

Pepe Monteserín FERNANDO RODRÍGUEZ

Como una gigantesca cicatriz por la que rezuman casi mil años de la historia de Asturias. Así podría describirse el Camín Real de La Mesa, una ruta de largo recorrido que vertebra León con el Principado y que sirvió de ruta de mercancías entre el siglo I antes de Cristo y el XIX. Una senda maratoniana de la que aún se conservan trozos de la calzada romana que fue y que discurre por los concejos de Somiedo, Teverga, Belmonte de Miranda y Grado. Al menos, en la actualidad, porque hay documentación histórica que avala que originalmente el Camín de la Real Mesa moría prácticamente en el Cantábrico, en lo que hoy es el concejo de Pravia.

Para el escritor praviano Pepe Monteserín, la primera etapa del Camín Real de la Mesa, que parte del Alto de San Lorenzo, en la frontera entre Teverga y Somiedo, y llega hasta la localidad leonesa de Torrestío, condensa las esencias de una ruta que suma más de medio centenar de kilómetros. "Tiene un buen promedio de altura y da una buena perspectiva del resto de la ruta. Gracias a ello se puede observar gran parte de Asturias", apunta el colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, que, en algunas partes del trazado señala con el dedo la ubicación de Oviedo, la capital que se oculta tras las nubes.

A la hora de hacer el recorrido, Monteserín ficha a Modesto Álvarez, un amante de la montaña, natural de Somiedo, que como el escritor atesora un conocimiento enciclopédico sobre la montaña astur. Al igual que Monteserín, Álvarez señala con su dedo detalles que, al ojo inexperto, pasarían desapercibidos de una etapa que en su totalidad suma 25,79 kilómetros y que está llena de leyendas y detalles históricos. Como el nombre de La Mesa, en el kilómetro 15, que según la leyenda debe su nombre a que el rey Don Pelayo se dio un festín tras su victoria sobre los musulmanes. La fauna y la flora son otro de los aspectos a tener en cuenta de la etapa. "Hay zonas que son de osos y de rebecos y si es la época, se pueden encontrar arándanos", advierten los guías, que señalan también los abedules, cuya madera es muy apreciada para hacer madreñas.

El primer punto destacado del camino es Venta de Piedra Jueves, en asturiano, "Piedraxueves", que debe su nombre a que en ese lugar se erigía una ermita al dios Júpiter, la principal deidad del panteón romano. Salvo por un mínima cuesta, el inicio es sencillo. La zona es amplia, una tónica constante en el camino ya que los romanos eligieron lugares despejados para salvar las emboscadas de los astures. Antes, se puede apreciar una visión del pico Mirandiella, coronado por una antena de telecomunicaciones.

Monteserín y Álvarez se ofrecen a introducir una variación en la ruta en Venta de Piedrajueves. Se trata de una ascensión al pico Michu, una atalaya de 1.765 metros de altura desde donde se aprecia una panorámica del Valle de Saliencia. La ascensión es compleja y no es recomendable atreverse con ella si el tono físico no es el adecuado. Desde la cima, aún se escucha el mugido de la explotación ganadera de Cristian, un joven que sube con su quad a Venta de Piedra Jueves para alimentar a sus vacas.

Tras bajar del pico Michu, la expedición prosigue hacia el Alto del Juego de la Bola, en asturiano "Xuegu la bola". Según se dice, se le llamó así porque en el lugar se jugaba a los bolos y diferentes leyendas asturianas hablan de esferas de oro escondidas en cuevas. La ruta prosigue hasta llegar a Peña Negra, donde aún se aprecian los restos del trazado original de la calzada romana. La etapa se proyecta hasta El Muro, donde hay restos de una muralla defensiva y las vistas dan a Teverga y la Sierra del Aramo.

Desde ese lugar se llega al Puerto de la Mesa, de unos 1.780 metros. Un mojón de piedra señala la frontera entre Asturias y León. Estos monolitos se pueden apreciar en el resto del camino, si bien, hay algunos que están en ruinas. La etapa muere finalmente en Torrestío, un bello pueblo perdido en la montaña leonesa. En total, unos 25 kilómetros, que entraña una dificultad media, solo apta para los caminantes con experiencia y que quieran disfrutar de una ruta que atesora siglos de historia.

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