La actriz estadounidense Julia Roberts recibió durante la noche del pasado lunes el premio «Donostia» por toda su trayectoria cinematográfica en el 58.º Festival de Cine de San Sebastián de manos de Javier Bardem, horas después de presentar fuera de concurso su última película, en la que participa el actor español, «Come, reza, ama». «Una noche como ésta me muestra que he eliminado todo lo que tenía que eliminar, me he esculpido como actriz», resaltó una emocionada Roberts tras recoger el galardón.

Roberts, de 43 años, pronunció un breve discurso en el que agradeció «desde lo más profundo» el premio, y se declaró una mujer «afortunada». También expresó el «honor» que le produjo recibir el premio en la ciudad «más entusiasta» de las que ha visitado, al tiempo que subrayó que su última película ha sido una «experiencia que la ha cambiado y que la ha permitido hacer amigos para toda la vida».

Durante la jornada de ayer del Festival de San Sebastián la directora española Isabel Coixet presentó el documental «Aral, el mar perdido», en el que viejas películas de sombrillas y días de playa dan paso a imágenes actuales de barcos varados en el desierto, un poderoso contraste que avisa de la verdadera dimensión de uno de los mayores dramas medioambientales de la Tierra. Es un filme de 25 minutos rodado para la Fundación We Are Water, que cuenta con la colaboración del actor británico Ben Kingsley, narrador de los textos, y con la de Tim Robbins, autor del tema central de la banda sonora. Son dos amigos que se ofrecieron a echar una mano a Coixet, que dirigió en «Elegy» al primero y al segundo en «La vida secreta de las palabras». Ella afirma creer en la solidaridad cuando detrás hay «proyectos concretos». En este caso, con We Are Water, hay una organización de la empresa española Roca que trabaja con la Fundación Vicente Ferrer, UNICEF, Educación sin Fronteras y Manos Unidas.

La directora de cine explicó que los fondos que se obtengan con «Aral, el mar perdido» serán empleados en proyectos relacionados con el agua en los que estas ONG están trabajando sobre el terreno, como pozos y depuradoras.

«Las ONG serias están bajando en este momento la basura del mundo. Esto es lo que vale, la gente que sabe hacer cosas», destaca la cineasta, que no cree que ella y sus compañeros estén ejerciendo de embajadores solidarios. «No somos Angelina Jolie, que nos ponemos el velo y vamos a Pakistán», matizó.

La Fundación We Are Water le propuso la película, y ella eligió el tema, «porque la tragedia del Aral me rondaba desde hacía tiempo por la cabeza», añadió.