Con el cartel de prohibida la entrada a menores de 18 años por sus rotundas imágenes sobre una juventud estadounidense atormentada que se guarece en el sexo y las drogas, la retrospectiva del fotógrafo y cineasta Larry Clark se nutre de la controversia por su censura para atraer al público en París.

En una inusual decisión, el Ayuntamiento de París ha dispuesto que sólo los adultos puedan contemplar en el Museo de Arte Moderno lo que esconde el ojo de un Clark que durante más de cinco décadas ha capturado en instantáneas de delicada crueldad a humildes adolescentes que buscaban la salida de emergencia de la sociedad. Penes flácidos, erectos y masturbados, heroína inyectada, pistolas en la sien, sogas alrededor del cuello, orgías, tatuajes, prostitución y tribus urbanas. Un obsceno ejercicio que se acerca a la pornografía, para algunos; una crónica social, para otros. La expectación la creó el diario «Libération», que para denunciar la actitud de la Alcaldía llenó su portada con una foto en la que una adolescente desnuda besa a un chico mientras acaricia su pene.