Raquel L. Murias

La gijonesa Inés Paz se levanta todos los días a las seis menos cuarto de la mañana para estar puntual con su cita con los televidentes. Ella es la periodista asturiana que junto a Mariló Montero conduce el programa matinal «La mañana de la 1», en Televisión Española. La gijonesa, de 33 años, y que antes de licenciarse en Periodismo lo hizo en Economía, asegura que le encantaría poder sentarse frente a Fidel Castro y hacerle una entrevista pausada, un género que ella domina bien y que en un programa en directo «resulta difícil llevar a cabo; en el directo el tiempo manda y tienes que lograr ir al grano rápidamente pero no hay tiempo para empatizar con el entrevistado, para que te dé esa confianza necesaria y te cuente», explica la asturiana.

Comenzó en un canal local de Gijón, tras pasar un «casting», y después trabajó con José Luis Garci en la producción de la película «Luz de domingo», filmada en Asturias. «Ahí conocí a mucha gente y me animaron a coger la maleta y buscar suerte en Madrid, y lo hice. Estuve tres meses picando en todas las puertas, llevando currículum y al final tuve suerte y empecé en el programa».

-Quitémonos esta pregunta ya de delante. ¿Cómo se vivió la polémica entre Mariló Montero y Anne Igartiburu en el programa?

-En este tema prefiero mantenerme al margen. Lo que está claro es que pecar es de humanos y rectificar es de sabios.

-¿Cuando uno trabaja en la televisión pública también pesan las audiencias?

-Vives con ello, la presión de la audiencia existe, pero en la televisión pública prima más dar un servicio de calidad que buscar el puro dato de audiencia.

-En un programa en directo lo de meter la pata será algo que ocurra prácticamente todos los días?

-Pues sí. El directo lo tiene todo: tiene frescura, tiene naturalidad... pero está claro que es muy fácil equivocarse; de todas formas, creo que si rectificas a tiempo y como la gente sabe que no lo haces a mala fe, nunca hay problemas. Hay que disculparse con toda la naturalidad del mundo. Hace días llamó un señor desde Pamplona todo enfadado diciéndonos que estábamos dando la noticia de que nevaba en Navarra y que no era verdad, cuando estaba saliendo en todos los informativos. Pues oye, mira, a lo mejor en su casa no había nevado?

-A usted lo que le gusta es la entrevista, el cara a cara. ¿Echa de menos no poder dedicar más tiempo a este formato?

-A mí me encantaban aquellas entrevistas tranquilas que hacía Pedro Ruiz, en La 2, con aquella luz tenue que te hacía sentir una tranquilidad inmensa. Yo soy de las que piensan que todo el mundo tiene una historia detrás, que todo el mundo tiene algo que contar; lo que ocurre es que es el entrevistador es el que debe saber cómo llevarse al entrevistado a su terreno y conseguir que le cuente. Para eso es necesario sintonizar con la persona, y eso lleva su tiempo. En un programa en directo lo que más importa es la noticia inmediata y hay que ir al grano sin resultar brusco.

-¿Su otra vocación frustrada?

-Como todo el mundo, siempre tenemos algo que nos hubiera gustado hacer y no hemos podido, yo no cambiaría mi profesión por nada, pero he soñado muchas veces con ser guitarrista de un grupo de rock, me fliparía. Mi madre me regaló una guitarra, pero ahora, con este ritmo de vida que llevo no puedo dedicarle mucho tiempo.

-¿Y cuando busca tranquilidad dónde la encuentra?

-Pues en Asturias. Vivo en Madrid, pero Asturias siempre será mi casa, siempre voy una vez al mes y si puedo pues voy más. En Gijón tengo a mi familia, el mar, y los necesito.

-Mal futuro pintan al periodismo en este país. ¿Le da miedo pensar qué pasará dentro de unos años con los profesionales del sector?

-Después de la construcción, el periodismo es la profesión más afectada por la crisis, así que yo soy de las que piensan que o reinventarse o morir. Habrá que trabajar más horas, hacer televisión con menos medios y esperar a que mejore la cosa.

-¿Las redes sociales, con su inmediatez, son una amenaza para el periodismo?

-Yo utilizo las redes sociales, me meto en la cama y me meto también en Twitter. Estamos en una sociedad en la que queremos tenerlo todo ya, pero lo cierto es que el periodismo va mucho más allá del titular y eso lleva su tiempo. Las redes sociales nunca sustituirán al verdadero periodismo.

-Llevamos tres meses de este 2013 y han pasado muchas cosas en el mundo, muchas noticias de envergadura de las que usted ha dado cuenta desde su programa. ¿Cuál ha sido la que más la ha impresionado?

-Sin duda, la situación de Chipre. Cuando hablábamos del «corralito» de Argentina nos sonaba todo tan lejano, como que jamás iba a pasar aquí... y la situación de Chipre me da mucho que pensar: pienso en cuál es la credibilidad de la Unión Europea, y más cuando el presidente del Eurogrupo dice que el chipriota es un modelo exportable. Aunque luego matice, una persona con un cargo de semejante responsabilidad tiene que pensar muy bien lo que dice antes de hacerlo público.

-Piense en tres de esos personajes que tienen mucho que decir y que tienen que sentarse frente a usted para sacarles una buena entrevista. Puede elegir.

-Pues me encantaría a Fidel Castro, a la actriz Golshifteh Farahaní, protagonista de la película «La piedra de la paciencia» y que se jugó la vida para sacar el papel adelante, y de la tierrina me quedo con Antonio Quirós, que es todo un personaje y una persona que estoy segura que tiene mucho que contar y que daría mucho juego.

-Hay miles de personas que desayunan con usted cada mañana. ¿Qué le dicen por la calle, lleva bien eso de que la reconozcan?

-Tampoco es que me paren mucho por la calle, pero sí que es verdad que hay gente que me reconoce, y me hace mucha gracia porque lo que más me dicen es que soy más guapa al natural, e incluso una señora me dijo una vez: «¡Pero si no estás gorda!...» A veces pienso: ¿pero tan mal salgo en la tele?