Cuando vieron en la colección de Dior una prenda muy similar a su traje tradicional, los artesanos de la región rumana de Bihor se quedaron estupefactos. Hoy se frotan las manos porque les llueven los pedidos.

Para ellos, no cabe duda: una modelo de la famosa casa de alta costura estaba vestida, en el catálogo otoño-invierno 2017, con un "cojocel binsenesc", un chaleco de piel de cordero vuelta, decorado con bordados de vivos colores y forrado en piel negra, como el que lucían sus ancestros en las grandes ocasiones.

"Desde entonces, todo el mundo quiere uno", se congratula Ana Florea, animadora de un club de artesanos de Beius, cerca de la frontera húngara. Algo completamente justo, pues "ese chaleco es el nuestro al 100%", subraya.

Los artesanos del país aplauden el empujón a su negocio que les ha dado la firma. Dan las gracias a Dior.