El pintor leonés Eduardo Arroyo, uno de los artistas españoles más relevantes del siglo XX, falleció ayer en Madrid, a los 81 años. "Se nos va uno de los grandes nombres de la pintura española", lamentó Alfonso Palacio, director del Museo de Bellas Artes de Asturias. La institución cuenta con una obra del pintor "gracias a la donación de Plácido Arango", destacó el director. En concreto, con una muestra de la maestría de Arroyo con la llamada "figuración narrativa".

Eduardo Arroyo (Madrid, 1937) está considerado como uno de los artistas internacionales más transgresores desde que inició su trabajo en los años 60. Fue un gran defensor de la "pintura-pintura" frente a las nuevas tecnologías aplicadas al arte. En 1958 se exilió voluntariamente en París, donde permaneció hasta la llegada de la democracia a España.

En la capital francesa comenzó su actividad como pintor, además de dedicarse al periodismo. Artista autodidacta, pronto conectó con los círculos intelectuales y artísticos de vanguardia y desempeñó un importante papel dentro de los sectores progresistas de la cultura francesa.

En España, su primera exposición, en 1963, fue clausurada por la censura. Años después, al ser nombrado comisario de la Bienal de Valencia, fue detenido en esta ciudad española, y gracias a la presión internacional no ingresó en prisión, y sólo fue expulsado del país.

Irónico e inconformista, Arroyo amó la pintura sobre todas las cosas, un oficio que era para él "de vida o muerte", pero también quiso ser el pintor que hace muchas cosas. Por eso, pintaba, escribía, hacía cerámica y también esculturas.

Su deseo, según dijo en una entrevista en 2009, era morir con los pinceles en la mano y que en su epitafio dijera "Eduardo Arroyo. Pintor".

Pero fue mucho más que eso. Ganó el Premio Nacional de Artes Plásticas 1982 y fue nombrado por el Gobierno francés Caballero de las Artes y de las Letras. También realizó numerosas exposiciones, diseñó las escenografías de importantes obras de teatro y ópera y mantuvo siempre una vocación literaria con la publicación de varios libros.

La última exposición sobre su obra permanece abierta en Segovia -incluida en el programa de artes plásticas del "Hay Festival", con más de medio centenar de esculturas, obras gráficas, libros, fotografías y proyecciones de sus escenografías-, a la que, tras la muerte del artista, se acercaron ayer varias personas a modo de homenaje.

El Rey Felipe VI se refirió a Arroyo como uno de los insignes de la pintura española. "España pierde a uno de sus insignes de nuestra pintura, pero la obra de Arroyo seguirá presente en los museos de todo el mundo, con nosotros y para nuestras futuras generaciones", indicaron desde la Casa del Rey.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo calificó como un "icono del arte español del último siglo", al tiempo que expresó su cariño a su familia y amigos y destacó que los artistas "nunca mueren" porque su "obra siempre perdura".

Para el ministro de Cultura, J osé Guirao, "se va uno de los últimos de una generación que cambió en España la forma de acercarse al arte".

Los restos de Eduardo Arroyo, que falleció en su domicilio rodeado de sus allegados, serán trasladados hoy desde el tanatorio de San Isidro a la localidad de Robles de Laciana (León) para recibir sepultura.