La rueda de prensa del filme "The dead don't die", de Jim Jarmusch, se convirtió en Cannes en una plataforma para las bromas de Bill Murray, la preocupación de Selena Gomez por el abuso de las redes sociales y el discurso feminista de Tilda Swinton.

Los actores acompañaban a Jarmusch en la presentación de una comedia de zombies con mucho de denuncia social que ha inaugurado la 72.ª edición de Cannes y que compite por la Palma de Oro, pero robaron mucho del protagonismo al realizador con sus intervenciones.

"Cannes es aterrador", dijo tan serio como suele Murray, un actor capaz de generar carcajadas con solo dos palabras. La frase respondía a una pregunta sobre si le daban miedo los zombies y las películas de terror, pero él argumentó que el Festival de Cannes es peor.

Y ante el argumento de que en la Croisette no hay zombis, contestó: "Eso es lo que usted dice", lo que siguió provocando las risas: "Hacer películas es una actividad mucho mas peligrosa de lo que se puede imaginar. Tenemos pinta de estar en forma, pero cuando pensamos por los peligros que hemos corrido solo para entrar en este edificio...".

Y abundó con los riesgos de su profesión: "Hay que ser consciente de que cada día del rodaje puede ser el último. Así es como yo trabajo".

Con apostillas como "espero haber respondido de forma poco clara" o "su pregunta es buena, las otras no lo eran", el actor se metió a la prensa en el bolsillo.

Cerca de él estaba Tilda Swinton, que bromeó al ser preguntada por el código de vestimenta para las mujeres en la alfombra roja de Cannes -"no sé cuál es, pero los hombres van muy bien vestidos"-, pero se puso más seria con el tema de la reivindicación femenina.

"Me gustaría recordar que las mujeres hacen filmes desde hace 110 años", dijo la actriz inglesa. A su lado, Selena Gomez quiso expresar su preocupación por el abuso de las redes sociales, donde ella es una de las reinas: "Las redes sociales tienen un impacto terrible, me da miedo la exposición de niños y niñas a todo tipo de cosas porque no saben bien lo que pasa en el mundo".

Cuando John Carpenter estrenó "La cosa, el enigma de otro mundo" en 1982, la película recibió una mala crítica detrás de otra. Ayer se presentó en Cannes como un cineasta consagrado, contento de que la proyección en el festival compense unas críticas que nunca comprendió. "La gente la odió y nunca entendí por qué. Pensé que mostrarlo en Cannes sería una increíble revancha", dijo antes de que el público le ovacionara en pie.