Un frondoso jardín imaginado por Catalina, la duquesa de Cambridge, es la gran atracción de la última edición del Chelsea Flower Show, la muestra de jardinería más famosa del mundo, inaugurada ayer por la reina Isabel II en Londres. Entre una espesa vegetación, un serpenteante camino permite recorrer todos los rincones de este espacio verde, diseñado por la duquesa con los paisajistas del despacho Davies White, que incluye una casa en un árbol con un columpio, una cabaña con espacio para hacer una hoguera y un arroyo donde mojarse los pies.

Inspirado en sus propios recuerdos de infancia, el jardín, bautizado como "Retorno a la naturaleza", quiere celebrar los beneficios de salir al campo "para el bienestar físico y mental, especialmente de los niños", dijo Catalina al presentar su creación, acompañada de escolares.

"Espero realmente que este bosque que hemos creado inspire a las familias, a los niños y a las comunidades a salir fuera, disfrutar de la naturaleza y el aire libre y pasar momentos de calidad juntos", manifestó.

Antes de que se abra al público, del 21 al 25 de mayo, Catalina visitó también este domingo su oasis particular con su esposo, el príncipe Guillermo, y sus hijos, Jorge, Carlota y Luis, que fueron filmados mientras disfrutaban de todos los detalles ideados por su madre.

Al término del Chelsea Flower Show, el diseño, que incluye las flores preferidas de la difunta princesa Diana -madre de Guillermo-, nomeolvides, se trasladará a un centro público de salud mental, una de las causas favoritas de la duquesa, de 37 años.

Isabel II y otros miembros de la realeza contemplaron este y otros jardines y 500 expositores de flores y accesorios hortícolas en un paseo privado por la feria, que se celebra desde 1913 en unos idílicos terrenos en el oeste de Londres.

La muestra de Chelsea, que visitan anualmente unas 168.000 personas, es un reflejo de la pasión inglesa por la jardinería.

Hay un evidente heroísmo en la actitud del protagonista de "A hidden hife", de Terrence Malick, el de plantarse ante los nazis y decir "no", algo "cada vez más raro en el mundo de hoy, en el que todos montamos en el mismo tren" sin cuestionarnos si es el correcto. La película, en la competición oficial de Cannes, cuenta una historia real situada en plena Segunda Guerra Mundial, pero podría ser sobre la sociedad actual, en la que no nos atrevemos a hablar cuando vemos algo que está mal, como ocurre ahora en Europa, afirmó el actor protagonista, el alemán August Diehl.

"Nuestro problema ahora es que decimos 'no podemos hacer nada' (...) Ante todas las catástrofes que vivimos, los ataques, el terrorismo, decimos que es nuestro mundo y que no podemos hacer nada, pero no es así", señaló Diehl.

Las tres horas de metraje del filme han dividido a la crítica entre los que creen que está a la altura de "El árbol de la vida" y los que creen que no llega al mismo nivel.

Pero en lo que sí hay acuerdo es en que es una película espectacularmente rodada".

Por otro lado, "Once upon a time in Hollywood" ("Érase una vez en... Hollywood"), de Quentin Tarantino, es una de las películas más esperadas en Cannes y antes su inminente estreno, el realizador ha pedido en una carta que nadie desvele nada que pueda impedir a los espectadores disfrutar plenamente del filme.