Luz Casal, cantante criada en Asturias, responde a quien la llama desde su confinamiento en Málaga para hacerlo más llevadero: "Os llamaremos por teléfono para hablar un poquito, para compartir, para animarnos, para hacernos compañía".

Un modo inclusivo, dijo la propia cantante, para no "dejar fuera a la gente que no tiene internet, a nuestros mayores, que igual no se manejan bien, a quien está en un hospital".

Hay un horario: entre las seis y las ocho menos cinco de cada tarde, que a las ocho "tenemos cita en nuestros balcones para aplaudir". Y como en aquellos consultorios de transistor trasnochador, pide que al mandar un mensaje privado por redes sociales "adelantéis un poco vuestra historia" para facilitar la tarea, nada fácil, de "intentar hacer felices" a todas las personas posibles. "La gente es cojonuda", afirma, porque, más allá de alguna jornada "un poco más dura", apunta que sus interlocutores tienen "fortaleza". Atiende a "numerosas personas" en llamadas "muy emotivas, enternecedoras", y en las que al descolgar hay quien "no se creía que fuera yo". "A veces intento ir rápido, pero no soy capaz de cortar", dice.