Sobre el papel existen pocos eventos cuya celebración resulte más desaconsejable en estos tiempos que un festival internacional de cine, pero eso no ha impedido que desde hoy y a lo largo de los próximos doce días vaya a tener lugar la 77.ª edición de la Mostra de Venecia. Sus responsables, eso sí, se juegan mucho. Después de todo, si las medidas que han planeado para mantener el virus alejado resultan no ser efectivas, su empeño en erigirse en artífices del primer gran certamen cinematográfico desde el estallido de la pandemia podría acabar en un descomunal supercontagio.

La Mostra está decidida a blindarse contra el virus. De entrada, todos aquellos visitantes del festival que lleguen desde fuera de la zona Schengen deberán hacerse una prueba PCR dentro de las 72 horas inmediatamente anteriores a la fecha de su viaje y una vez en Venecia deberán hacerse otra. Las comprobaciones de la temperatura corporal serán constantes y el uso de las mascarillas obligatorio incluso en el interior de las salas. La selección de películas es notablemente más reducida que en ediciones anteriores. Por primera vez, además, los aledaños de la alfombra roja serán de uso exclusivo para los fotógrafos.

En esta edición la presencia española en la Mostra es escasa, aunque destacada. Pedro Almodóvar presentará el cortometraje "La voz humana", basado en un monólogo escrito por Jean Cocteau en 1928 y protagonizado por Tilda Swinton, y Álex de la Iglesia estrenará en el certamen el primer episodio de la serie de terror que ha dirigido para HBO, "30 monedas".

Hollywood no viaja a Venecia este año. La emergencia sanitaria ha alejado de su alfombra roja a las grandes estrellas, pero a cambio habrá una amplia representación de directores, guionistas y actores muy seguidos por los cinéfilos.

Los responsables de la Mostra han sido blanco de las críticas por su desatención a la diversidad de género, pero en esta edición eso ha cambiado y ocho de las dieciocho películas a concurso han sido dirigidas por mujeres.