La nube de gases y ceniza que escupe el volcán de La Palma se desplaza al resto de las islas Canarias y puede llegar a la península Ibérica con consecuencias que aún no están claras. El gas que más preocupa es el dióxido de azufre, pues puede formar ácido sulfúrico en contacto con el agua de las nubes y precipitarse en forma de lluvia ácida.