Tejer con aguja circular crea "adicción" en Villaviciosa

Quetina de Valdés imparte un taller en el Ateneo Obrero con miras a formar un grupo fijo de clase: "Es una terapia, te olvidas de los problemas"

De izquierda a derecha, Amalia Rodríguez, María José García y Mercedes Alonso

De izquierda a derecha, Amalia Rodríguez, María José García y Mercedes Alonso / Alicia García-Ovies

Tejer con aguja circular requiere la máxima concentración. Montar puntos, unir nuevos ovillos, rematar cabos… “Hay que tener paciencia”, reconoce María José García, alumna del taller que Quetina de Valdés ofreció este miércoles en el Ateneo Obrero de Villaviciosa.

 La sesión fue una primera toma de contacto con una técnica cada vez más extendida por sus beneficios tanto para la salud. Está especialmente recomendada para personas diagnosticadas con cáncer de mama, ya que el movimiento que se realiza puede ser beneficioso para reducir la inflamación y la hinchazón de la zona afectada. La repetitiva y suave acción de tejer puede ayudar a aumentar la circulación sanguínea en la zona afectada, lo que puede paliar los síntomas asociadas con la cirugía y otros tratamientos médicos.

Sus beneficios en lo que a salud mental se refiere también están más que demostrados. Ayuda a reducir el estrés y la ansiedad. “Es una terapia, te concentras tanto que te acabas olvidando todo lo demás. Los problemas no importan mientras tejes”, asegura De Valdés.

La maliayesa se introdujo en este mundo siendo solo una niña. Los veranos los pasaba en casa de sus abuelos en El Puntal, donde “no había ni teléfono, así que mi abuela tenía que buscar la forma de entretenernos”. Comenzó tejiendo con dos agujas, pero hace dos años conoció esta técnica, de origen nórdico. “Para mi es mucho más fácil. No haces tanta fuerza con los brazos y tejes toda la pieza de una vez, sin costuras”, explica.

Eso sí, arrancar no es fácil. “Hay que pillarle el punto, pero es verdad que desestresas y acabas teniendo adicción”, afirma García, quien hasta este miércoles solo había hecho punto de cruz. Amalia Rodríguez, otra de las alumnas, ya había tejido alguna vez, “pero siempre con dos agujas”.

Ambas terminaron el taller encantadas. Por ello la idea ahora es conseguir forma un grupo. “Lo ideal sería dar una clase a la semana de dos horas”, indica De Valdés. “Sí, esto no fue suficiente”, añade García, ya inmersa en el mundo de las agujas circulares.