Ex vicepresidente del Gobierno y ex secretario general del PP

Avilés,

Francisco L. JIMÉNEZ

Francisco Álvarez-Cascos (Madrid, 1947) se inspira cuando pisa suelo avilesino. En plena crisis del Gobierno de Sergio Marqués acuñó en un mitin celebrado en la Villa del Adelantado la famosa frase «prefiero partido sin gobierno que gobierno sin partido». El viernes, de nuevo en Avilés, esta vez para recoger la «Sardina de oro» que le concedió la Fundación Sabugo ¡Tente Firme!, Álvarez-Cascos volvió por sus fueros con un discurso en clave política que levantó ampollas entre dirigentes del PSOE, dolidos por las alusiones del ex vicepresidente del Gobierno del PP a los retrasos de la obra pública en Asturias y por sus consejos para combatir la crisis. «¿Y de qué esperaban que hablase?», se justificaba ayer.

Fuera de los focos Álvarez-Cascos accedió a seguir hablando, y el resultado es esta entrevista concedida a LA NUEVA ESPAÑA. Se rompe un silencio de cinco años.

-Al presidente Areces no le gustó mucho que usase la noche del viernes la tribuna del Palacio Valdés para hablar de política. Bien que se lo afeó.

-Me parece cínica la invocación que hizo Areces de la libertad de expresión con motivo de la concesión de un premio a un político. En esta región tenemos una larga tradición de premios y, sin ir más lejos, recuerdo que en la tribuna del Campoamor, con motivo de una entrega de los premios «Príncipe de Asturias», Arafat y Rabin hablaron del problema palestino. Sería chusco que en Asturias no se pudiera opinar de lo que aquí pasa. Todo esto me ha recordado una anécdota que tiene a Franco como protagonista, cuando en una audiencia le dijo al asturiano Sabino Alonso Fueyo, quien fue director de «Arriba» y embajador: «Haga usted como yo, no se meta en política». En fin, los espíritus totalitarios son todos muy parecidos y los extremos tienden a tocarse.

-Desde la distancia, ¿qué le duele de Asturias?

-Tengo la suerte de haber tomado las decisiones más importantes de mi vida sin que nadie me empujara. El estar ahora en Madrid y no ejercer la política, el haberla dejado después de ocho años de gobierno, el no estar en la dirección del partido... Son todas ellas decisiones tomadas libremente pensando en que era lo mejor para mis intereses personales y los generales. Esto da la enorme ventaja de que no le quedan a uno ni nostalgias ni resentimientos. He disfrutado de la política y tengo un recuerdo muy positivo de la misma, aunque eso no implique haber olvidado los aspectos duros. Además, según mi concepto de la política, no cabe esperar compensaciones, ni gratitudes, ni reconocimientos, por lo que no tengo ninguna frustración ni cuenta pendiente. Vivo muy tranquilo.

-¿Siente atacada esa libertad de decisión que cita cuando cíclicamente es reclamado para que vuelva al ruedo político?

-Tener libertad de decisión es un privilegio; muchos no pueden. Y poseerla da una fuerza enorme para resistir los intentos de persuasión de quienes quieren que vuelvas. Al haber actuado de un modo tan convencido y libre, ni el recuerdo de las vanidades basta para ceder a las tentaciones de volver.

-Me gustaría repasar con usted diversos asuntos de actualidad en Asturias, algunos de ellos vinculados a obras de su herencia política.

-¿Por ejemplo?

-El sobrecoste de la ampliación de El Musel.

-Es la consecuencia del proceso seguido para la convocatoria del concurso, para la selección de las ofertas y para la adjudicación de la obra. Revisar todo ese proceso es una posibilidad objetiva y ahora la Unión Europea no ha convalidado la forma irregular de tomar esas decisiones. Así las cosas, que cada palo aguante su vela, aunque desgraciadamente lo malo de este palo es que lo van a pagar todos los asturianos. Y no será porque no hubo gente que dijo en su momento cómo hacer las cosas bien, pero otros prefirieron la huida hacia adelante sin hacer la más mínima autocrítica. Sólo espero que desde la opinión pública asturiana se ponga el periscopio en el foco de los responsables de esta tropelía cometida contra los intereses de Asturias.

-Ampliación de capacidad de la autopista «Y».

-El que va a hacer algo tiene que ser consciente de que las obras tienen costes y debe improvisarse lo menos posible. En estos momentos, el panorama de las comunicaciones en Asturias debería estar clarificado, pero no es así; las principales arterias de la zona central no están completadas, la Autovía Minera no tiene sus enlaces operativos y la del Cantábrico, ni por el Oriente ni por el Occidente está acabada, pese a que debería. Y todo esto retrasa el desarrollo de las comunicaciones de segunda generación que necesita Asturias. La falta de visión global de las necesidades de una nueva generación de vías de comunicación hace que al presentar aisladamente algunas medidas la polémica sea mayor que si se presentaran con visión de conjunto. Hablo de carreteras, pero si lo hiciera de ferrocarril, una vez cancelado el metrotrén -gran éxito de mis sucesores- y después de haber puesto en cuestión el AVE del Cantábrico, hemos bloqueado otra vez el futuro ferroviario de Asturias, cuando además han dejado la transformación de las vías en redes de Alta Velocidad en Pola de Lena, por no decir en León.

-Usted incluyó al de Asturias en el selecto grupo de aeropuertos españoles dotados con sistema antiniebla, el llamado ILS II/III, pero han pasado seis años y la utilidad del dispositivo sigue siendo motivo de controversia.

-Yo comprendo muchos de los conflictos que se pueden plantear: que haya quien no le guste la autovía del Sella porque prefiere ir en bicicleta o a Covadonga en coche de caballos o que a alguien no les guste que al aeropuerto llegue la comunicación ferroviaria. Lo entiendo, son opciones opinables. Pero es absolutamente inexplicable el conflicto del sistema ILS, porque es el dispositivo más avanzado del mundo y eso no es opinable; en todos los aeropuertos donde se puso, el equipo funciona perfectamente y aquí, sin embargo, se ha abierto un conflicto artificial entre los pilotos de Iberia y Navegación Aérea, con el director del aeropuerto haciendo de don Tancredo. Insisto: de haberlo, es un problema tecnológico, no político. No hay polémica alguna, lo que hay que hacer es resolver de una vez la discusión tecnológica porque llevamos seis años despilfarrando medios públicos invertidos en beneficios de los ciudadanos.

-A juzgar por sus palabras, la oposición -el PP- tiene material de sobra para hacer su trabajo, para ser exigente con el Gobierno.

-Desde mi responsabilidad ciudadana, que incluye el hecho de ser militante activo del PP, digo lo que pienso, pero no quiero entrar en polémicas externas o internas en relación a lo que hace el partido. Cuando tengo oportunidad, caso del congreso de Valencia o el proceso de confección de listas, opino y a ello me remito. Creo que leyendo los resultados electorales hay unos que tenemos razón y otros que no.

-¿Lo dice por los comicios europeos?

-Por todos sin excepción, desde los autonómicos a los europeos.

-Victoria en Galicia y buenos resultado en el País Vasco; llegan las europeas y el PP se impone con solvencia hasta en Valencia pese al «caso Gürtel»... ¿El PP se ha subido a una ola ganadora?

-Lo que está ocurriendo es tan evidente que yo no quiero gastar ni un miligramo de discurso para demostrarlo. Lo evidente se ve sin falta de más explicaciones, y quien tenga que tomar decisiones al respecto que las tome.

-¿Los resultados electorales del PP son un mérito de Rajoy o un demérito de Zapatero?

-Por hacer un símil con el fútbol, el resultado de un partido es la suma de aciertos y errores de unos y otros. No hace ni un año, por estas fechas, tuve que recordar la verdad de Perogrullo: a las victorias hay que llamarlas victorias y a las derrotas, derrotas. ¿Acaso hay que volver a explicar que el PP gana y el PSOE pierde?

-En Asturias no, según Ovidio Sánchez por la irrupción en el escenario político de UPyD, el partido de Rosa Díez.

-Mi frase anterior es aplicable a Asturias, tanto a escala regional como municipal: cuando se gana es que se va bien y cuando se pierde, que se va mal.

-¿Basta ese impulso ganador que lleva el PP para ganar las próximas generales?

-Ni los partidos se ganan desde el autobús ni las elecciones tampoco. Estos resultados, sobre todo los de las europeas, son un buen test para medir nuestras posibilidades ante unas generales. Quedan tres años y lo que hay que hacer es trabajar mucho y bien para afianzar la dinámica ganadora y merecer la victoria.

-Los consejos en política, ¿se dan o se piden?

-A veces se piden y a veces no; lo que no puede hacerse en política democrática es pedirle a la gente que no ejerza cuando tenga por oportuno su libertad de pensar y opinar.

-¿A usted le piden alguno?

-Sí, algunos compañeros de partido me piden consejo, opinión, ayuda o colaboración. Aún hay gente que piensa que ven más cuatro ojos que dos y que suman más veinte que diez.

-En su discurso de agradecimiento de las «Sardinas de oro» dejó patente su condena de la política barriobajera y de navajeo de la que es, supuestamente, víctima el PP. ¿Cree que el partido se está defendiendo con la suficiente contundencia?

-No puedo evitar recordar que cuando llegué a la secretaría general del PP en 1989 me encontré con un expediente que instruía un juez que si no me equivoco se llamaba Vázquez Honrubia como consecuencia del espionaje de que había sido objeto el PP por parte de unos funcionarios de Policía. La sentencia de este magistrado fue sorprendente pues exculpaba a los funcionarios de las responsabilidades penales, pero reconocía que había habido espionaje. En 1990 me tuve que enfrentar al «caso Naseiro», en el que el juez Manglano investigaba un caso de drogas y lo convirtió en un caso político; la Justicia anuló todas las actuaciones y el caso se archivó. Quiero decir que yo ya soy un veterano en estas cosas, he visto mucho y siempre ocurre con el foco en los mismos sitios, en las mismas cloacas, cuando están en el Gobierno los mismos. Eso me da una perspectiva y cuando tuve la responsabilidad de defender al PP lo hice con uñas y dientes porque estaba defendiendo el derecho de millones de españoles a que los medios policiales y fiscales no se usen con fines partidistas.

-Trasladémonos al escenario político actual.

-Pues hoy estamos en la misma situación. El problema no es si hay gente del PP o cercana al partido que ha cometido delitos y haya que depurarlos; no, el problema es que existe el convencimiento general, demostrable con datos, de que la Justicia, la Policía y la Fiscalía actúan al servicio de los intereses políticos del partido del Gobierno y en contra del PP. Y lo hacen empezando por la anormalidad de que uno de los instructores tiene la siguiente característica: es la única persona de la democracia española que en el mismo año ha sido miembro del poder legislativo, del poder ejecutivo y del poder judicial. Ese señor no está legitimado por falta de imparcialidad. Más aún: hay un policía judicial al servicio de ese instructor cuyas siglas están en el «caso Malaya», vinculadas a Murcia, donde esa persona fue jefe de Policía. Y a partir de ahí viene todo lo demás. ¿Si el PP está haciendo todo lo que puede para defenderse? Hombre, la gravedad de la situación es tal que todo lo que se hiciera -y yo creo que se puede hacer más- es poco para defender a los millones de españoles que tienen miedo de que las siglas del PP les perjudiquen.

-¿Participa de la ilusión que ha generado en ciertas esferas la elección del nuevo presidente estadounidense, Barack Obama?

-Obama, al menos en relación a la crisis, está haciendo las cosas por el libro y no lleva más de cinco meses de presidente. Nuestros responsables políticos llevan bastante más tiempo y todavía no se han enterado de qué va la situación.