Ciudad de México (México),

José Pérez Díaz ha empezado una nueva vida en México. Se ha reencontrado consigo mismo, ha vuelto a ser empresario y ha recuperado su nombre. El mismo con el que le bautizaron y que utilizaba antes de convertirse en Pepe, el del Popular. O en Roberto García Gómez, la identidad que utilizó durante sus años de prófugo en la calle Condesa de Tepoztlán, un pequeño pueblo situado a unos 70 kilómetros de Ciudad de México. Prescritos los delitos de falsedad y apropiación indebida que se le imputaban desde 1991 por su gestión en una sucursal del Banco Popular y que se saldaron con un fraude multimillonario, José Pérez vuelve ahora al Distrito Federal mexicano. Sin cuentas pendientes con la justicia y para empezar una nueva vida como director de una empresa de grúas.

El encuentro es en la sede del Centro Asturiano de México en la colonia Polanco. Un impresionante rascacielos en una de las zonas más exclusivas de la capital azteca, en una recepción ofrecida en honor a la delegación asturiana en viaje empresarial por Centroamérica y el Caribe. Y entre los invitados, Pepe y Benjamín Alba, presidente de Alvemaco, con treinta años de experiencia en el negocio de las grúas y flamante socio de Pérez Díaz en Europea de Grúas, S. A. «Queremos abrir mercado en México con una empresa cien por ciento asturiana», afirma Pepe.

Durante sus años de fuga conoció el entramado empresarial azteca. Llevó las cuentas de una constructora, trabajó en un restaurante, vendió pintura, artesanía y acabados para la construcción, y al final llegó a ser director nacional de ventas en una empresa de azulejos de la localidad de Tlanepantla, en el Estado de México, vecino a la capital. Ahora sueña con llevar sus grúas desde México hasta «Guatemala, Costa Rica, la República Dominicana y Perú». Nada de falsas modestias a la hora de lanzarse de nuevo a la arena de los negocios.

Pepe y Benjamín se adelantaron al viaje empresarial del Principado, y llevan ya diez días trabajando en el Distrito Federal. «De haber sabido que México era así habría venido antes», apunta Alba. Con su experiencia y el apoyo del representante adjunto de Banesto en la capital azteca, Aniceto Álvarez, «Tito», asegura que todo ha sido «muy fácil». «Ayudarles es un honor tremendo, Pepe es un paisano de nivel, de categoría, y tiene un futuro brillante aquí», asegura Tito. El pasado, salvo para quienes perdieron su dinero en el agujero del Banco Popular, ha quedado atrás. Para Tito, «Pepe se reencuentra ahora con el mundo empresarial y el hombre de antes. Ha vuelto a nacer».