La Coruña, Pablo LÓPEZ

Virgilio López Rico, el capitán de la Guardia Civil que culpó a sus mandos en Asturias de haber propiciado los atentados del 11-M, destinado en Villalba (Lugo), declaró ayer en el Tribunal Militar Territorial de La Coruña por haber remitido a un superior una carta en la que le reprochaba haber abandonado, junto con otros mandos del instituto armado, su obligación de haber investigado el robo en Asturias de los explosivos que utilizaron los terroristas del 11-M por estar centrado en acosarlo.

López Rico, para el que la Fiscalía Jurídica Militar solicita nueve meses de prisión, se reafirmó en las acusaciones que expresa en la carta remitida al hoy teniente coronel Francisco Javier Jambrina López, cuando éste era segundo jefe de la Comandancia de Oviedo, dirigida en aquella época (2007) por el entonces teniente coronel Fernando Aldea. El capitán reprochó a sus mandos no haber investigado el embrión de la venta de dinamita del 11-M porque estaban «ocupados» acosándolo. En la misiva califica al destinatario y a otros mandos, como el general Pedro Laguna, que entonces era coronel jefe de zona de Asturias, como miembros de «un minúsculo grupo de impresentables y delincuentes uniformados».

Además de dedicar estos adjetivos a sus superiores, el capitán afirma en la misiva que tanto el teniente coronel Jambrina como algunos de sus superiores y subordinados dedicaron el tiempo y los recursos que deberían haber invertido en investigar la venta de los explosivos a tratar de hundirlo para vengarse por una denuncia que él mismo había formulado por un supuesto fraude dentro de la Guardia Civil con vales de gasolina.

«El día en que llegó una nota sobre el tráfico de explosivos, el general Laguna estaba declarando contra mí. Jambrina era el investigador, pero estaba preparando diligencias contra mí», declaró López Rico en el juicio sobre la frase de la carta en la que afirma: «Ustedes cometieron un error garrafal al subestimar a su oponente. Lástima que la consecuencia de tal error, unido a sus obcecaciones, fuese el 11-M».

Jambrina declaró que la carta que recibió, primero por fax y después por correo en un sobre abierto, no fue la única remitida por el acusado a mandos del instituto armado. Manifestó que los insultos de la carta en cuestión no fueron los primeros que recibía del acusado. «No me sorprendió el escrito, porque es lo mismo que otras veces. Lo que me molestó es que esa carta fue enviada por fax y a un sitio público», comentó. El general Pedro Laguna aseguró que no tuvo conocimiento de la carta hasta que se inició el proceso judicial. «Ni he leído el escrito. Me enteré cuando me llegó la citación».

Aunque el capitán compareció ayer en el Tribunal Militar por supuestos insultos a su superior, aprovechó su declaración para hablar sobre algunas irregularidades cometidas supuestamente por unos mandos a los que culpa de haberlo detenido sin motivo y con el único ánimo de desprestigiarlo. El acusado se refirió a su arresto por haber prestado supuestamente falso testimonio sobre una agresión sufrida por un compañero del cuerpo en un prostíbulo. El capitán recordó que no debería haber sido detenido por este motivo, ya que, además de haber dicho la verdad al negar haber estado en el prostíbulo cuando ocurrieron los hechos, había declarado por este suceso ante la Policía Militar y no en un juicio. El abogado de la defensa señaló que sólo existe un delito de falso testimonio si se presta en un juicio y que no ha lugar a imputar por ello a quien sólo ha declarado en otras instancias.