El «40 de mayo», 9 de junio según el calendario, cuando el refrán manda despojarse del sayo, dejó ayer un día más otoñal que preveraniego y, de nuevo, la sensación repetida de que el buen tiempo no va a llegar nunca este año. Oviedo, con una temperatura mínima de doce grados y máxima de diecisiete, registró las típicas escenas de botas, paraguas y anoraks que se repiten desde el mes de enero en toda la región de forma casi cíclica.

El mal tiempo es siempre un tema recurrente en estos días, en los que las playas están inusualmente vacías. Tanto en las calles como en las redes sociales de internet, quien más y quien menos se despacha a gusto contra el frío y clama por la llegada del sol. «Hay que ver qué tiempo», «este año no vemos el sol», «vamos vestidos de invierno a estas alturas» son algunos de los comentarios que se escuchan en bares, autobuses, centros de trabajo y en las calles de las localidades asturianas.

Para que «Lorenzo» asome habrá que esperar hasta mañana, según indican los tímidos soles que aparecen entre nubes en las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Las máximas rondarán los 20 grados y el miércoles subirán hasta los 23 grados. El caso es que ese mismo día los nubarrones asoman de nuevo en el horizonte, como apuntan los pronósticos para el Principado. El último fin de semana de la primavera vendrá con nubes y sol.

El próximo viernes 21 de junio comenzará oficialmente el verano y los hosteleros tiemblan ante la posibilidad de que continúe la misma tendencia de frío y humedad. El miedo a un verano invernal lo alimentan las previsiones que apuntan a que 2013 será un año sin estío al uso. La más polémica ha sido la del canal francés Météo, que tras sembrar la alarma en todo el noroeste de Europa insiste en que hay un 70 por ciento de posibilidades de que se cumplan esos negros y lluviosos presagios.

Los pronósticos galos indican que las temperaturas durante los meses de junio, julio y agosto estarán entre 1 y 3 grados por debajo de lo normal en la península Ibérica y de forma especial en el norte de España, donde se ubica Asturias.

A ellos se unen otros vaticinios estacionales, elaborados por la Agencia Nacional Atmosférica de Estados Unidos (NOAA por sus siglas en inglés) que indican que las temperaturas en el interior peninsular estarán alrededor de 2 grados por debajo de lo habitual en el trimestre que comprende los meses de junio, julio y agosto.

Por su parte, la Aemet prevé un «verano seco y caluroso, como es normal» en España, y destaca que las predicciones relativas al frío en esta época del año son «desmesuradas». La agencia resta así credibilidad al estudio de Météo, divulgado esta semana, que pone en tela de juicio la llegada de un verano en toda regla a la Europa occidental, al menos hasta el mes de septiembre. La evolución del mes de junio en la región tiene como precedente un mes de mayo que fue el más frío de las tres últimas décadas. Hace falta retroceder hasta 1984 para encontrar una temperatura media inferior a los 10,8 grados de media del mes pasado, valores normales para noviembre, tal como estiman los meteorólogos. En 1984, el menos cálido de la serie histórica, el promedio de los termómetros no subió de 9,5 grados, pero es el único de los analizados que se acerca a éste.

No hay noticia al menos desde 1990 de un año en el que el sol se haya dejado ver menos en Asturias entre enero y mayo. Además, en los primeros cinco meses de 2013 casi se alcanza el nivel de lluvias que se considera normal para un año completo -973- y duplica los valores que se entienden habituales para esta época, tomando como base las mediciones de las dos últimas décadas. El año hidrológico, que mide la precipitación acumulada del 1 de octubre en adelante, ya es también el segundo más húmedo desde 1931, con 1.473 litros por metro cuadrado hasta mayo.

En cuanto a horas de sol, los meses transcurridos de 2013 tampoco encajan en los parámetros de primavera.