Los pasajeros del Alvia Cádiz-Madrid-Gijón del lunes tuvieron un sueño. Un bonito sueño pasajero. A eso de las diez y veinte de la noche, poco después de abandonar León, la megafonía del tren transmitió el mensaje de apremio de la estación inminente. "Próxima parada, Mieres". ¿Ya? Como si de pronto se abriese el túnel de la Variante y al fin fueran historia las curvas de la vieja vía de Pajares. Como si la hora y tres cuartos del trayecto León-Mieres fuesen ya menos de tres cuartos. Como si se viese ya la luz al final del túnel.

Soñando despiertos, los viajeros respiraron aliviados, hasta algún mierense hubo que se apresuró hacia el equipaje. Pero la alegría, siempre efímera en la casa del pobre, duró diez minutos en el Alvia Madrid-Gijón. La misma megafonía que había alentado la esperanza del pasaje le despertó diciendo que no, que era un error, que perdón, que habían querido decir que llegarían a Mieres a las once y media, con un poco de retraso sobre lo previsto. El túnel sigue ahí, seco pero sin vías, y lleva algo más de un poco de retraso sobre lo previsto.